domingo, 20 de julio de 2014

Tour 1975: el puñetazo que costó una carrera

Tal día como hoy, 21 de julio, pero en 1974, sería la última ocasión en que el ciclista más grande de todos los tiempos subió por última vez a lo más alto del pódium de París. Aquella victoria en el Tour sería la última de Eddy Merckx en una gran vuelta por etapas. Desde aquí, para homenajear este cuarenta aniversario, quiero recordar su participación en la siguiente edición de la ronda gala, en la cual fue derrotado, pero en la que se ganó el corazón de todos los aficionados a este deporte, por su entrega en la carrera y por saber reponerse a todas las adversidades que le sucedieron durante aquella edición.

Tour de Francia 1975
El mes de julio de 1975 se presentaba en Francia con un aroma especial. Un aroma especial porque se iba a disputar la carrera más grande, el Tour, y porque en la línea de salida se iba a encontrar el corredor más grande de la historia, Eddy Merckx, quien iba a buscar en esa edición su sexto triunfo final, lo que le hubiera situado en solitario en el Olimpo de la ronda gala, puesto que en aquel momento se encontraba igualado a entorchados con Jacques Anquetil. Y eso era algo a lo que no estaban dispuestos el resto de corredores, especialmente los franceses.

Aquella edición iba a comenzar en la ciudad belga de Charleroi, y a ella iba a llegar Merckx como vigente campeón del mundo, además de haberse hecho a lo largo de la temporada con los triunfos de Lieja, Milán-San Remo, Amstel y la Vuelta a Flandes. Además, también había pisado el segundo puesto del pódium en París-Niza, en la París-Roubais y en la Vuelta a Suiza. Parecía que la Grande Bouclé tendría dueño, el mismo que en cinco de las últimas seis ediciones.

En el prólogo no conseguiría hacerse con el maillot amarillo, pero marcaría el segundo tiempo del día, por detrás del debutante Francesco Moser. El italiano no pudo debutar de mejor manera, ya que consiguió la etapa y un liderato que conservó hasta la corta contrarreloj de la sexta jornada. En ella Merckx se haría con el triunfo y con la prenda amarilla de líder. Tres días más tarde, en una nueva crono en el segundo sector de la etapa 9, el belga refrendaría su liderato. Sólo Thevenet parece aguantarle el pulso aquel día, pero ya se encuentra en la general a más de dos minutos. El Caníbal parece lanzado a por su sexto Tour.

A pesar de que Merckx parece lanzado a por el triunfo final, la carrera es muy larga y todavía quedan por disputarse las etapas de alta montaña. En la segunda etapa pirenaica, la que acababa en St. Lary-Soulan, Thevenet ataca y consigue recortarle tiempo al líder. La ventaja al final del día sigue siendo amplia, de un minuto y medio, pero lo importante del día son las sensaciones que muestra Thevenet, que se muestra en gran forma y está dispuesto a plantar batalla en las etapas alpinas.

Por delante aún iban a quedar cuatro grandes etapas de montaña en las que Francia iba a asistir expectante a la batalla que se iba a presentar entre su héroe local, Bernard Thevenet, y el tirano pentacampeón de la carrera, Eddy Merckx.

Puy de Dôme. El puñetazo a Merckx
El viernes 11 de julio iba a tener lugar la disputa de la 14ª etapa entre Aurillac y el volcán que domina majestuosamente las cercanías de Clermont-Ferrandel, el Puy de Dôme, una cima en donde por diversas circunstancias el campeón belga jamás pudo alzar los brazos. En ella iba a tener lugar la primera de las cuatro batallas que nos iban regalar los dos primeros clasificados de la general y grandes favoritos al triunfo final.

Aquella etapa no tuvo ninguna trascendencia hasta el último puerto de la jornada, salvo por una pequeña fuga que había sido permitida por el pelotón. Una vez que la carrera llegó al Puy de Dôme, el líder Merckx parecía tenerlo todo bajo control hasta que faltaban menos de cinco kilómetros para el final de la etapa. En ese momento comandaba la carrera en un pequeño grupo, acompañado de su compatriota Van Impe, del francés Thevenet y el holandés Zoetemelk. Sería precisamente en ese punto cuando Thevenet lanzó un potente demarraje, que sólo pudo ser respondido por Van Impe. Por detrás el líder no se preocupa y prefiere mantener su propio ritmo en la ascensión, con el dueto cabecero a apenas cincuenta metros de distancia.

Todo estaba bajo control, o eso parecía. Van Impe iba a superar a Thevenet antes de pasar por la pancarta del último kilómetro y se iba a hacer con la victoria de etapa. El corredor galo había flaqueado y Merckx se estaba preparando para realizar uno de sus habituales finales lleno de fuerza y conseguir reducir la distancia que les separaba. Pero en los últimos metros, antes de alcanzar la línea de meta, el líder de la carrera recibe un puñetazo en el costado derecho que le deja sin aire. Un espectador de entre la multitud que abarrotaba las rampas del puerto ha golpeado a Eddy Merckx.



Thevenet cedería en meta 15 segundos, pero consigue aventajar en otros 34 a un Merckx que llega a meta totalmente exhausto. El belga se muestra en meta muy enfadado, al tiempo que se encuentra conmocionado y asustado por la agresión. El vigente campeón del mundo, junto a la policía, vuelve sobre sus pasos y consigue identificar a su agresor, el cual es inmediatamente detenido.

Una vez que el belga se encuentra en el vestuario se muestra muy dolorido por el golpe recibido, en el hígado, además de vomitar varias veces. En el equipo comienza a cundir el pánico y tratan por ello de contactar con el médico personal de su corredor. El médico conseguirá llegar para examinar a su pupilo antes de finalizar la jornada, a pesar de encontrarse en su día libre. Su diagnóstico fue que el golpe había sensibilizado la zona hepática, pero que no era nada grave. Le recetará un anticoagulante sanguíneo para facilitar la renovación de la sangre e impedir doloroso hematomas, además de prescribirle Glifanan, un calmante para el dolor.

Merckx se despide del amarillo
El sábado 12 era día de descanso en la carrera, un día que Merckx lo pasó con grandes dificultades, debido a que la zona del golpe se muestra contracturada y apenas ha podido dormir y descansar. A sus males se suma que él es un obseso del descanso desde su accidente en el velódromo seis años atrás. No pudo encontrar esa noche una postura en la cama que le consiguiera evitar el dolor.
Merckx apenas puede dormir y descansar en la jornada de descanso posterior al día que recibió el puñetazo
En esa situación se llega a la etapa reina de la carrera, la etapa alpina en la que se afrontaban las ascensiones de St.Martin, Couillole, Champs, Allos y el final en Para-Loup, a través de 217 kilómetros y más de cinco mil metros de desnivel. Los dos grandes favoritos al triunfo final se iban a mostrar muy inquietos al comenzar la jornada. Thevenet porque sabe que se encuentra ante la oportunidad de su vida. 58 segundos son los que le separan de esa oportunidad. Merckx por su parte se mostraba nervioso porque era sabedor que la etapa era larga y dura y no había podido alimentarse bien por los problemas digestivos que arrastraba derivados del puñetazo en el hígado.

El equipo del líder, el Molteni, marcha desde el inicio tratando de controlar todos los movimientos, sabedores que Merckx no se encuentra en plenas facultades. En el Col de Champs la inquietud de Thevenet ya es más que patente y realiza hasta seis demarrajes, buscando distanciarse del maillot jaune. Pero el líder se encuentra muy bien flanqueado por Janssen y De Schoenmaecker y consiguen abortar sus ataques.

La intensidad con la que los favoritos habían afrontado el Col de Champs haría que al penúltimo puerto de la jornada, el Col d´Allos, llegasen tan sólo cinco corredores, los cinco primeros de la general. Por orden Merckx, Thevenet, Zoetemelk, Van Impe y Gimondi.

Hasta ese momento Merckx ha podido controlar sin problemas el dolor de la zona golpeada, y antes de afrontar esa subida incluso se toma una pastilla contra el dolor. Tan bien marchaba el belga que en el kilómetro final de la ascensión observó como Thevenet se mostraba sofocado y pasó a la acción. Lanzó un ataque con el que se marchó en solitario buscando sentenciar la general. En el descenso se lanza salvajemente, alcanzando en algún punto de la bajada más de 100 km/h, mientras que el francés se muestra mucho más prudente en un descenso peligroso y muy técnico. Tal era la locura del descenso que el coche del Bianchi, conducido por Giancarlo Ferreti, se salió de la carretera y rodó 150 metros por la ladera antes de estrellarse contra un árbol. Por fortuna no hubo que lamentar nada grave en aquel descenso. A la base del Para-Loup Eddy Merckx llega con unos dos minutos de ventaja con respecto al cuarteto perseguidor y el sueño de hacerse con el sexto Tour parece que se va a hacer realidad.

Pero a veces los sueños se tornan en pesadillas, y en la base de ese último puerto la de Merckx acababa de empezar. El belga pierde el golpe de pedal y da la sensación de encontrarse muy mal; se ha quedado sin fuerzas, sin que sus piernas puedan mantener un buen ritmo. A esos síntomas además habría que sumarle que el estómago le estaba ardiendo, como reconocería en la línea de meta.

Por detrás es rápidamente alcanzado y rebasado por el italiano Gimondi. Tampoco tarda mucho tiempo en hacer su aparición Thevenet, quien no sabe que hacer en esa situación y decide ponerse a rueda del belga. El director del corredor francés, Maurice de Muer, atónico comienza a gritar a su pupilo para que pase a la ofensiva, indicándole que el belga iba muerto. Thevenet realiza un cambio de ritmo y deja atrás al maillot amarillo, marchando en la búsqueda de su primer Tour. En el camino también alcanzará a Gimondi y se hará con la etapa y con la preciada prenda amarilla que en esos momentos portaba un corredor que se estaba arrastrando por las rampas del puerto. En la meta Merckx cedería casi dos minutos, pero no iba a buscar excusas: "es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour". En el hotel la visión que iba a reflejar su costado iba a ser dantesca, con un moratón enorme que casi le llegaba al pecho.
"Es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour."

Un campeón nunca se rinde
Un campeón jamás puede rendirse. Es la máxima iba a llevar a cabo el vigente Campeón del Mundo en lo que restaba de carrera, empezando por la 16ª etapa. Era una jornada que iba a afrontar las dificultades montañosas de Vars y el coloso Izoard. Sería en el descenso de Vars cuando se lanzaría el belga a tumba abierta en otro ataque que desarbolaría a Bernard Thevenet. El belga seguiría escapado con un grupo de corredores de los que no iba a recibir un relevo. A pesar de todo, iba a conseguir llegar a Guillestre con cerca de un minuto de ventaja sobre Thevenet. Sería en la transición hasta el pie del Izoard cuando será alcanzado por el buen hacer del conjunto Peugeot.

En el coloso alpino Bernard Thevenet se muestra intratable y siguiendo el consejo de un espectador de lujo aquel día, Louison Bobet, de que un campeón entra siempre solo en la Casse Deserté, hizo lo propio. Su ventaja al final del día se iba a ir hasta los tres minutos y veinte segundos en la general con respecto al segundo clasificado, Eddy Merckx. El Tour era francés.

Aún a pesar de la desventaja y de sus propios problemas físicos, Merckx sigue sin rendirse. Y no se rinde a pesar que, antes de comenzar la 17ª etapa, se engancha con el danés Ole Ritter y se da un buen golpe en la cara. Los médicos le recomiendan abandonar la carrera, pero él no puede hacer eso. Tiene que honrar al futuro campeón.

Pocos minutos más tarde, en el descenso del primer puerto de la jornada, La Madeleine, lanza un nuevo ataque. Thevenet vuelve a verse por detrás del belga, pero cuenta en su lucha con la colaboración de Bourreau, Zoetemelk y Moser, con lo que consiguen neutralizarlo. En el Colombière volverá a atacar de nuevo y llegará a alcanzar cerca de dos minutos de ventaja sobre el líder de la carrera, quien gracias a la ayuda de varios de sus compañeros nuevamente conseguirá neutralizar esa desventaja. En la meta llegarán ambos corredores junto con Zoetemelk, a casi cuatro minutos del ganador del día, el español Vicente López-Carril.

Una vez concluida la etapa, a Merckx le será diagnosticada una fractura en la mandíbula, con lo que el mundo del ciclismo no consigue salir de su asombro ante la exhibición realizada en la etapa por el Caníbal. Desde ese momento y hasta el final de la ronda gala vivirá un calvario tremendo, siendo insistido constantemente por los médicos en abandonar la carrera, ya que desde entonces y hasta varias semanas más tarde sólo pudo tomar alimento líquido. La respuesta de Merckx, la misma en todo momento: "No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet".
"No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet."
Cuatro días más tarde, Merckx iba a asistir como espectador de lujo a la ceremonia de coronación del francés Bernard Thevenet en los Campos Elíseos. El belga no iba a conseguir, ni aquel año ni más adelante, su sexto Tour, lo que le habría elevado a lo más alto del Olimpo del Tour. No se hizo con el triunfo, pero había realizado una de sus mayores demostraciones como corredor en aquella edición, lo cual es mucho decir en el Caníbal.

Pero, ¿habría conseguido Merckx la victoria final si no hubiera recibido ese puñetazo?
Es una pregunta que nadie podrá responder nunca. Lo que es seguro es que Merckx llegó a Francia aquel año siendo bastante odiado por el público francés, cansado de verle ganar, y se marchó del Tour sin haber conseguido el triunfo, pero habiendo conseguido entrar en el corazón de todos los franceses. Llegó al corazón del público galo después de todo lo que demostró en la carrera y que, a pesar de las recomendaciones médicas, optó por no retirarse, para así dar más prestigio al ganador de aquel año. Merckx cayó derrotado en aquella edición, pero lo hizo con una actuación digna de un auténtico campeón. Digna de Edouard Louis Joseph, Baron Merckx, más conocido como Eddy Merckx.


Clasificación Tour de Francia 1975
1- Bernard Thevenet (Peugeot) 114h. 35´ 21´´
2- Eddy Merckx (Molteni) a 2´ 47´´
3- Lucien Van Impe (Gitane-Campagnolo) a 5´ 01´´
4- Joop Zoetemelk (Gan-Mercier) a 6´ 42´´
5- Vicente López-Carril (Kas Kaskol) a 19´ 29´´
6- Felice Gimondi (Bianchi Campagnolo) a 23´ 05´´
7- Francesco Moser (Filotex) a 24´ 13´´
8- Josef Fuchs (Filotex) a 25´ 51´´
9- Edward Janssens (Molteni) a 32´ 01´´
10- Pedro Torres (Super Ser) a 35´ 36´´


Saludos a todos!

lunes, 14 de julio de 2014

Abdel-Kader Zaaf. El africano en fuga

El argelino Abdel-Kader Zaaf ha pasado a la historia del Tour de Francia por protagonizar una aventura de la que existen diferentes versiones, todas ellas extraordinarias, en la edición de 1950. Cerca estuvo en aquella ocasión de convertirse en el primer africano en conseguir vencer en una etapa en la ronda gala. Un desafortunado desfallecimiento a pocos kilómetros para la meta acabó con su sueño y con su participación aquel año.

La 37ª edición del Tour de Francia, la de 1950, estaba resultando una de las más escandalosas de la historia de la carrera. Aquel año una de las grandes figuras del pelotón internacional, el italiano Gino Bartali, fue atacado por un grupo de aficionados franceses, que le acusaban de haber provocado una caída del ídolo local Jean Robic en las primeras etapas de la Grande Bouclé. La respuesta de Gino no se hizo esperar: antes de la duodécima etapa ordenó la retirada de toda la selección italiana, incluida la del líder de la carrera, Fiorenzo Magni.
 
La retirada en plena competición del equipo italiano, con Bartali a la cabeza, puso en graves complicaciones la continuidad de la prueba
La catástrofe se cernía sobre la ronda gala, teniendo incluso que llegar a modificar el recorrido la organización, debido a que una de las etapas concluía en la localidad italiana de San Remo y existía el comprensible temor de que los compatriotas de Bartali optasen por boicotear la carrera. Pero se consiguió campear el temporal y dos días más tarde tuvo lugar una de las historias más bonitas y a la vez tristes que han tenido lugar en la carrera.
 
13ª etapa. Perpignan-Nimes
En esas condiciones, con el ambiente enrarecido en el seno de la carrera, el jueves 27 de julio de 1950 iba a tener lugar la disputa de la 13ª etapa del Tour de Francia, dos días después de la retirada del equipo italiano. Aquella jornada uniría las localidades de Perpignan y Nimes, con un recorrido de 215 kilómetros, en donde el mayor rival que se iban a encontrar los corredores iba a ser un calor asfixiante, pues el mercurio iba a superar en muchos momentos los 40º C.

Para aquella edición del Tour, había sido invitado el equipo del Norte de África, como colonia francesa que era en aquellos años. El equipo no contaba con corredores de gran nivel, pero sí eran unos ciclistas mucho más acostumbrados al calor que el resto del pelotón, debido a su procedencia. Eran gente como Marcel Zélasco, Charroin, Dos Reis, Marcel Molines o Abdel-Kader Zaaf. Serían precisamente estos dos últimos hombres los protagonistas de aquella decimotercera jornada del Tour.

En los primeros kilómetros de dicha etapa, Zaaf se marchó junto con Molines, contando con el beneplácito del pelotón, que lo único que quería era pasar de la forma más tranquila aquella calurosa etapa mientras discutían sobre lo sucedido en los días anteriores. Los corredores, argelinos ambos, fueron poco a poco ampliando su ventaja, llegando incluso a superar los dieciséis minutos sobre el pelotón.

Abdel-Kader Zaaf, el corredor más destacado de su país, estaba haciendo historia en la que era su segunda participación en la ronda gala, gracias a la renta que había conseguido junto a su compañero de equipo y de escapada. Debido a la amplitud de la renta, veían cada vez más cercano en su horizonte la meta de Nimes y con ella un triunfo que les incluiría en la historia de la carrera, pues el vencedor se convertiría en el primer corredor africano en vencer en una de etapa del Tour. Un caramelo muy suculento que no se le podía escapar a Zaaf, en teoría mejor corredor que Molines y con mayor jerarquía en el equipo. Para él debía ser ese exitoso capítulo de la historia.

Pero la diosa fortuna a veces juega muy malas pasadas, como iba a comprobar aquel día el gran corredor argelino Zaaf. El calor tan insoportable que estaban sufriendo los corredores aquel día iba a ser el comienzo de la leyenda que acompaña al desenlace de la etapa, y también es el punto en común entre las diferentes versiones que existen de la misma.
 
Desfallecimiento y la leyenda del vino
La versión más extendida, y la que se creyó desde el primer momento, decía que a unos treinta kilómetros de la llegada en Nimes, al paso por una pequeña dificultad montañosa, un aficionado ofreció una botella a los fugados. Zaaf, ante el calor que estaban sufriendo, la aceptó y se la tomó de un trago. Unos kilómetros más adelante uno de los guardias que acompañaba la carrera vio que Zaaf circulaba por la carretera dando bandazos. Ante ello le ordenó detenerse. Aunque trató de reanudar la marcha, a los pocos metros el argelino cayó desplomado en el suelo. Un grupo de aficionados le recogió y sentó a la sombra de un árbol, en donde se quedó dormido unos minutos. Mientras Zaaf había tenido que detenerse por sus problemas, el otro corredor argelino, Molines, se marchó en solitario para encontrar en la meta toda la gloria que el Tour le había reservado.

Como musulmán que era, no había probado nunca el alcohol, por lo tanto al tomarlo por primera vez le afectó de tal forma que terminó desmayándose. Pasados varios minutos, Zaaf despertó sobresaltado, habiendo sido ya fotografiado por la prensa, y se montó rápida y totalmente desorientado sobre su bicicleta, con tan mala fortuna que marchó unos metros en dirección contraria. El pelotón ya le había sobrepasado sin que él pudiera darse cuenta, pero aún así, tras haber avanzado esos pocos metros, chocó contra un coche de la organización. Los comisarios le hicieron ver su error y le descalificaron de la carrera.
Una botella de vino pudo ser la causante del desfallecimiento, ya que como musulmán que era, jamás había probado el alcohol
El corredor argelino fue trasladado al hospital de Nimes para ser revisado por su desfallecimiento, pero su aventura en esa edición del Tour no había terminado. Al día siguiente se escapó del hospital y se presentó en la salida de la decimocuarta etapa. Allí rogó a la organización que le readmitiera, pero los jueces, lógicamente, se mostraron inflexibles y dieron por concluida su participación en aquella trigésimo séptima edición de la Grande Bouclé. 

Hasta aquí el relato de la bella historia de Abdel-Kader Zaaf y su desfallecimiento. Sobre el mismo existe otra versión, también con el calor como telón de fondo, en la que se acusa de su desfallecimiento a unas pastillas estimulantes que se conocían como “cabezas de muerte”, muy populares en los países de más tradición ciclista en la época. Supuestamente el corredor argelino las habría consumido aquel día, a pesar de la recomendación de no hacerlo con calor, ya que existía riesgo de desmayo, como terminó sucediendo. En esta versión, los aficionados le habrían echado vino frío por encima para tratar de reanimarle, aunque con dudosa eficacia.

Como cuando los periodistas llegaron a la altura del corredor este ya se encontraba tumbado sobre el árbol, se encontraron con un intenso olor a vino sin saber bien lo que había ocurrido. Por ello comenzó de esta forma a circular la historia de que le había sentado mal la botella de alcohol que había tomado poco antes. Realmente la verdadera historia sólo la conocía el propio corredor, quien hasta el momento de su muerte, en 1986, siempre defendió la idea de que le habían dado una botella que pensaba era de agua y resultó contener alcohol.

A pesar de la accidentada participación de 1950, Zaaf se convirtió en un corredor bastante popular en el país galo, llegando a realizar incluso anuncios de licores. Al año siguiente por fin consiguió acabar la ronda gala, aunque en último lugar (66º). Pero a pesar de la fama adquirida en Francia por aquel desafortunado suceso, el corredor argelino comenzó a ser visto con bastante recelo entre la comunidad musulmana, puesto que al haber tomado alcohol, había dejado de ser un ejemplo para ellos.



Clasificación 13ª etapa. Perpignan - Nimes, 215 km
1- Marcel Molines (Dilecta-Wolber) 6h 22´ 56´´
2- Georges Meunier a 4´ 01´´
3- Stan Ockers a 4´ 26´´
4- Ferdy Kübler m.t.
5- Marcel Hendrickx m.t.
6- Wim De Ruyter a 4´ 48´´
7- Gino Sciardis a 6´ 36´´
8- André Brule m.t.
9- Marcel Verschueren m.t.
10- Pierre Cogan s.t.

Clasificación General
1- Ferdy Kübler 86h 38´ 57´´
2- Stan Ockers a 1´ 06´´
3- Pierre Brambilla a 9´ 01´´
4- Louison Bobet a 10´ 58´´
5- Raphaël Géminiani a 11´ 03´´
6- Jean Robic a 11´ 28´´
7- Kleber Piot a 11´ 58´´
8- Pierre Cogan m.t.
9- Jean Kirchen a 12´ 52´´
10- Georges Meunier a 14´ 11´´


Saludos a todos!!