viernes, 26 de octubre de 2012

Fiorenzo Magni, "el tercer hombre"

Legendaria es la rivalidad, que no siempre enemistad, que hubo entre los dos genios italianos de la bicicleta, Gino Bartali y Fausto Coppi. Debido a la antítesis de sus pensamientos y compañías, fueron muchos años de enemistad entre ambos, pero una desgracia, la muerte de Serge, hermano de Fausto, les unió definitivamente, dando paso a una tremenda amistad. Pero esa amistad y respeto que profesaba Fausto hacia Bartali no era tal con Fiorenzo Magni, "il terzo uomo", o el tercer hombre, como ha sido conocido Fiorenzo en su propio país, Italia.

Fiorenzo nació en 1920 en Vaiano y durante la II Guerra Mundial estuvo afiliado a las brigadas negras, participando activamente en la Guerra Civil y en la matanza de Valibona (fue absuelto en el juicio, presuntamente gracias a la declaración de Bartali). Una vez que concluyó el periodo bélico y volvió a la carretera, jamás renegó de su pasado fascista. Quizás por ese pasado, y porque no le consideraba como un rival de su talla, por no tener las condiciones necesarias, Coppi sí que realmente tuvo una muy mala relación con Magni. Ni los 3 Giros que este ganó, ni los 3 Tour de Flandes sirvieron para ganarse el respeto de "il campeonissimo".
O quizás esa enemistad entre Coppi y Magni naciera en 1948, el año en que este último ganó su primer Giro de Italia. En aquel momento, aunque gran rodador, Magni no era tenido en cuenta por nadie para optar a una gran clasificación en una gran vuelta. Tal vez si un top-10, pero nada más. Por ello ni Coppi ni Bartali, en el apogeo de su enemistad, le tuvieron en cuenta para la carrera, y se dedicaban a marcarse entre ellos, dejando total libertad al resto del pelotón para hacer lo que quisiera.
Llegaban a las últimas etapas de la carrera, las que discurrirían por los Dolomitas, y Coppi consiguió una primera victoria de etapa en Cortina d'Ampezzo, colocándose muy cerca del líder, Cechi. La etapa siguiente, la 17ª que finalizaba en Trento, fue la elegida por Coppi para asaltar el liderato, con un ataque a muchos kilómetros a meta. Cechi estaba cediendo terreno con respecto al piamontés, al igual que estaba sucediendo con Magni, pero este, debido a su gran habilidad en el descenso, unido a una serie de empujones ilegales en el Pordoi, pudo enlazar con el grupo en el que iba Bartali, en persecución de Coppi, y se hizo con la maglia rosa de la carrera.
 
Coppi se encontraba incrédulo. Había realizado un ataque tan fabuloso como el del año anterior, y sin embargo ese tal Magni se encontraba aún dos minutos por delante en la clasificación general. No podía ser que ese mindundi le hubiera aguantado a él, a "il campeonissimo" el pulso que les había lanzado, y por eso reclamó al señor Torriani, exigiendo una sanción, o de lo contrario tanto él como su equipo, el Bianchi, abandonarían la carrera. Tal era la influencia del Bianchi, que aún sin pruebas claras, hubo de sancionar Torriani a Magni, con dos minutos en la general, lo que le permitía seguir conservando la primera posición. Coppi consideró que la sanción era a todas luces insuficiente y cumplió con su amenaza de abandonar la carrera su equipo, a tan solo un par de etapas de concluir la carrera y con él muy bien posicionado en la general.

Esa enemistad que quizás se iniciara por el pasado fascista de Magni, o quizás por esos hechos ocurridos durante la primera victoria en el Giro de 1948, perduró hasta la muerte de Coppi, y por supuesto se plasmó en la carretera durante los años 50, hasta la retirada de Magni, en 1956. Fue precisamente en esa última carrera de Magni donde probablemente se plasmó con mayor amplitud la enemistad que se profesaban ambos corredores. Este se iba a despedir del ciclismo después del Giro de Lombardía de 1956, con fecha del 21 de octubre.
 
La carrera marchaba dividida en varios grupos y aunque Coppi ya se encontraba en un clarísimo declive en su carrera, marchaba escapado por delante, con una ventaja que hacía impensable que se le pudiera escapar la carrera. Testigo de lujo de la gran etapa que estaba realizando Fausto era Giulia Occhini, más conocida en el mundo del ciclismo como La Dama Bianca, que viajaba en el segundo coche del equipo de su marido (matrimonio jamás reconocido en Italia), el Bianchi, que durante gran parte de la carrera no pudo superar la altura a la que competía Magni. Parece ser que ella, sabedora de la enemistad entre ambos, miraba en todo momento de forma despectiva a Magni e incluso le llegó a decir que jamás perdería Fausto la ventaja con la que contaba en aquel momento.
 
Con esa declaración, había encendido a un Magni que buscaba una retirada digna, consiguiendo la victoria en una prueba que siempre se le resistió, al igual que la Milán-San Remo. Dos de las tres carreras más queridos por los tiffosi italianos.
 
Si la relación jamás había sido buena, y si ninguno de los dos hubiera querido ver al otro alzando los brazos en ninguna carrera, aquel regodeo de Giulia había sido suficiente para que Magni, encolerizado, lleno de rabia, decidiese tirar como un poseso para evitar que su enemigo alcanzase la gloria en el día en que él se retiraba. A su rueda viajaban gente como Bobet, el favorito de Coppi, o el rapidísimo Darrigade, que no le daban un relevo al encolerizado italiano, pero a este no le importaba, solo le importaba impedir la victoria de Coppi. Mientras delante, el dueto cabecero, economizaba esfuerzos, por detrás Magni iba a tope, sin guardar nada en ningún momento. Tal era la rabia que llevaba el fiorentino que finalmente, en el mismo velódromo de Vigorelli donde terminaba la carrera pudo alcanzar al dueto cabecero y, aunque no consiguió imponerse en la línea de meta, Darrigade sí que pudo batir a Coppi, que fue segundo y no pudo hacerse de esta forma con el que habría sido su último gran triunfo en su exitosa carrera deportiva.
 
André Darrigade se impuso en un sprint de 17 corredores, tras casi seis horas y cuarto, siendo segundo en la carrera Coppi y tercero Magni, a quien le habría gustado retirarse con una victoria, pero al menos había conseguido que su rival y enemigo, Coppi, no consiguiese la misma. Coppi, una vez que se bajó de la bicicleta fue presa de un llanto descontrolado.
 
Aquel Giro de Lombardía fue la última carrera de un Fiorenzo Magni que se había dado cuenta que sus mejores tiempos habían pasado, y se retiró con un tercer puesto en la carrera y la dignidad como ciclista totalmente intacta, algo de lo que no pudo presumir su gran rival, ya que él siguió arrastrándose por las carreteras durante algunos años más, aún sabiendo que sus mejores momentos habían pasado y ya no volverían, pero el alto ritmo de vida de su mujer, la famosa Dama Bianca, le obligaron a tener que arrastrarse por las carreteras hasta que murió, debido a esa malaria mal diagnosticada.
 
Por otra parte, la figura de Fiorenzo Magni no termina sobre una bicicleta, sino que este era un visionario, ya que fue la primera persona que buscó un patrocinador deportivo fuera de una marca comercial de bicicletas (Legnano, Bianchi, Olimpia...). Eso sucedió después de que al finalizar la temporada de 1953, su equipo, el Ganna, se disolviera. Fue entonces cuando buscó un nuevo patrocinador para su equipo, pero no lo hizo, como era lo normal, buscando en otra marca de bicicletas, sino que llamó nada menos que a la puerta de Nivea, con quienes llegó a un acuerdo y se convirtió también en el patrón del equipo, al tiempo que era quien contrataba también a los mecánicos y auxiliares del equipo, siendo la primera persona que invitó a Ernesto Colnago a ser mecánico de su equipo recién creado, un Ernesto del que fue siempre un gran amigo. Esta invitación de Magni introdujo a Colnago en el mundo del ciclismo, escribiendo este posteriormente su propia historia en el ciclismo.
 
Aunque sufrió sonoras burlas y críticas por ese movimiento de apertura del ciclismo a marcas ajenas al mismo, demostró una capacidad visionaria que desde ese momento dotó de otra dimensión al mundo del ciclismo, una dimensión mucho mayor de la que había tenido hasta ese momento.
 
El pasado 19 de octubre, próximo a cumplir los 92 años de edad, fallecía en el hospital de Monza Fiorenzo Magni, un ciclista que se extralimitó de las funciones de un ciclista al uso y abrió su deporte a una dimensión que este no había alcanzado hasta ese momento. Con su muerte se iba no solo un gran visionario, sino que también se marchaba "el tercer hombre", el último superviviente de los grandes ciclistas italianos que sobrevivieron a la II Guerra Mundial.
 
 
Saludos a todos!!

jueves, 18 de octubre de 2012

Agostinho, la historia de un soldado

Hablar de Joaquím Agostinho es probablemente hablar del mejor ciclista luso de la historia. Un corredor que nació en Torres Vedras, cerca de Lisboa, en 1943 y que compitió nada menos que durante 16 temporadas en el pelotón profesional, de 1968 a 1984, compartiendo pelotón con los Merckx, Ocaña o Hinault, siendo una más que firme amenaza para todos ellos.
 
Nacido en el seno de una familia de campesinos, fue el cuarto hijo de la misma, dedicándose desde muy pequeño al trabajo en el campo, compaginándolo con su sueño de jugar en el equipo de su vida, el Sporting de Lisboa. Entre el campo y su sueño transcurrió su vida hasta que en 1964 es destinado a servir en la Guerra de Mozambique. Allí sufrió la explosión de una mina al paso del camión en el que viajaba, de la que se salvó de milagro. También vio morir a muchos compañeros de forma inútil y lo que trajo mayores consecuencias físicas para él, contrajo la malaria. Pero también estaban los daños psicológicos que pusiera haber sufrido allí. Su vida había quedado marcada, inevitablemente, por casi tres años de guerra.

De siempre se dijo, ya que él jamás lo confirmó, que a su vuelta a casa, y para olvidar todos los males vividos en esos últimos años de su ida, Agostinho se volcó absolutamente en la práctica deportiva. Esta práctica deportiva era ya el ciclismo, una afición de la que se empapó en la guerra, ya con 21 años, debido a que participó en en las carreras que organizaban los propios militares, a pesar de que prácticamente no era capaz de mantener el equilibrio sobre la bicicleta. A pesar de su falta de habilidad, circunstancia que luego se pudo apreciar como profesional, Agostinho se enamoró de la bicicleta, mejorando significativamente sus resultados en esas carreras conforme pasaban las semanas.
 
Ya en su regreso a Lisboa quiso participar en una carrera local, pero al no disponer de una bicicleta propia, participó con una bici prestada por una amiga de su hermana, una bicicleta de mujer. A pesar de que hacía apenas 5 años no sabía montar en bicicleta, y que la que iba a usar aquel día se la habían prestado, Agostinho consiguió la victoria en la prueba con nada menos que una vuelta de ventaja con respecto al segundo clasificado del día.

Ese hito captó la atención de Joao Roque, quien había ganado la Vuelta a Portugal unos años atrás, y lo llevó a participar en carreras de mayor nivel. Poco después ganó el campeonato de Portugal y finaliza segundo la Vuelta a Portugal, por detrás de su compatriota, el corredor del SL Benfica, Américo Silva.

Se encontraba en un momento muy dulce, y le llevan a Brasil a correr la Vuelta a Sao Paulo, en la que se impone a un pelotón en la que corren otros corredores europeos, lo que hace que Jean de Gribaldy, patrón del equipo Frimatic, se fije en él y decida contratarlo para su equipo. En solo un año había pasado de estar participando en una guerra a haber firmado un contrato profesional con un equipo francés.

Hulk, como le apodaba la prensa internacional, debutaba en Francia al año siguiente, con dos victorias de etapa (etapas 5ª y 14ª), pero pudo seguir compaginando el calendario que su equipo le ofrecía en Francia con su participación en las carreras de casa. Durante ese periodo en el que compagina ese calendario, obtiene nada menos que 6 campeonatos de Portugal de forma consecutiva, de 1968 a 1973, consiguiendo la victoria tanto en ruta como contrarreloj, además de ganar en tres ocasiones la Vuelta a Portugal (1970-71-72) y obtuvo nada menos que 23 victorias parciales.

Nadie le puede hacer sombra en Portugal, donde gana prácticamente en todas las carreras en las que compite, por lo que decide tomar la decisión de no volver a disputar ese calendario, aconsejado por Raphael Geminiani, que le dijo: “Tienes que elegir entre ser un campeón portugués o ser un campeón mundial”. No se lo pensó mucho Joaquim y optó por disputar el calendario europeo.
 
Vuelta a España
En la Vuelta a España participó en cinco ocasiones, siendo la primera de ellas en 1972, una participación que pudo ser trágica, ya que camino de Tarragona sufrió una caída contra una montonera de cemento y se fracturó la base del cráneo. Sólo una rápida actuación médica evitó un fatal desenlace.

Al año siguiente, compartiendo equipo con Luis Ocaña en el Bic, intentaron hacer frente al campeón belga Merckx, que iba a participar por única vez en la Vuelta. Pero no hubo forma de parar al belga, que consiguió nada menos que seis victorias de etapa y ganó la gran ronda. Ocaña le siguió en la clasificación y Agostinho fue finalmente sexto en la general.
 
Pero su mejor participación tuvo lugar al año siguiente, en 1974, prueba en la que ya no participó el vigente campeón, Merckx, pero que si contó con la participación de Thevenet, José Manuel Fuente "el Tarangú" aparte de su compañero y último campeón en Francia, Ocaña. Pero poco duró Thevenet entre los favoritos, ya que se hundió en la clasificación general, olvidándose de poder optar a ganar la ronda española. La carrera fue más o menos normal, salvo por el desfallecimiento del galo, hasta la 13ª jornada que finalizaba en el Naranco. Al paso por el puerto de Pajares, Joaquim se escapa junto a Lasa, que era compañero del líder "el Tarangú". Lasa y Joaquim se fueron entendiendo perfectamente, a pesar que el director del español había ordenado que no lo hiciera. En la bajada del puerto, bajo la lluvia, Agostinho se queda cortado con respecto a Lasa y el Tarangú alcanza a ambos corredores, y mosqueado por la actitud de su compañero, ataca en el Naranco, realizando una brutal exhibición, adelantando en aproximadamente un minuto a los siguientes cuatro corredores: Perurena, Lasa, Ocaña y Agostinho.
 
Parecía que esa jornada decidiría la carrera, pero una victoria en Cangas de Onís y una caída de Fuente el penúltimo día, hacen que en la última jornada, una contrarreloj de 35 kilómetros, Agostinho llegue con posibilidades de hacerse con la victoria. Un Ocaña enfermo, cediendo poco más de un minuto, fue el único capaz de aguantar el tipo ante la exhibición descomunal que realizó el portugués aquel día. Pero el final de la Vuelta fue caótico, ya que aunque en un principio dijeron que Agostinho había recuperado los 2 minutos y 35 segundos de retraso que tenía con respecto a Fuente, y que por lo tanto era el ganador de la carrera, minutos más tarde la organización se contradijo y declaró que Fuente había salvado la Vuelta por el estrecho margen de once segundos.

Por supuesto, Agostinho siempre dijo que le habían robado esa Vuelta, que le pertenecía. Pero aunque la organización reconoció errores de cronometraje aquel día, jamás se corrigió el resultado que dieron los jueces aquella tarde del 12 de mayo de 1974. Joaquim jamás volvió a brillar de esa manera en la Vuelta, porque aunque se vistió de líder dos años más tarde, jamás volvió a estar tan cerca del triunfo.
 
Tour de Francia
Como se decía anteriormente, Agostinho debutó en el Tour en 1969, el mismo año en el que “el caníbal” Merckx obtenía su primera victoria en la carrera. Joaquim debutaría con 2 victorias de etapa y con un octavo puesto final en la general. Fue un corredor asiduo en el top-ten de la carrera, ya que en nada menos que en otras siete ocasiones se clasificó entre los diez primeros, incluyendo dos terceros puestos, en 1978 y 1979, y consiguió también cuatro victorias de etapa.
 
El punto álgido en la carrera del luso tuvo lugar precisamente en esos dos años, luciendo los colores del mítico equipo Flandria, ya que pudo finalmente alcanzar un pódium que había estado trabajando muchos años. Es cierto que no pudo ser partícipe en ningún momento de la disputa de la victoria final, monopolizada por la disputa entre Zoetemelk e Hinault, con triunfo de este último.
 
Si 1978 había sido bueno, el siguiente año fue aún mejor, ya que aunque la carrera vio como se repetía la actuación del año anterior, esta vez Agostinho tuvo su día de gloria en la carrera, el 15 de julio, con final de etapa en Alpe d´Huez y pasos previos por Madeleine y Galibier.

A pie del último puerto llegó una escapada compuesta por Alban, Nillson, Laurent y Wellens, pero esta quedó en nada ante la actuación que tuvo el bueno de Joaquim. Este atacó en las primeras rampas del Alpe d´Huez, aprovechando el marcaje mutuo que se hacían los dos grandes favoritos, Zoetemelk e Hinault. A su rueda salió Bernaudeau, gregario del francés, pero poco duró a su rueda, ya que tras varios de los chepazos habituales de Agostinho, este se quedó en solitario y fue adelantando a los componentes de la fuga. Llegó a meta con más de tres minutos con respecto a los dos grandes favoritos de la carrera. Aquel día, un 15 de julio de 1979, contando con 36 años, Joaquim Agostinho se había consagrado ante los ojos de todo el mundo, consolidando, además, su segundo pódium consecutivo en Francia.
 
Aquella fue su última gran participación en el Tour, ya que las caídas fueron su cruz. Esas caídas que le impidieron volver a conseguir ninguna victoria en las siguientes cuatro temporadas, rompiendo el maleficio en su última Vuelta al Algarve. Caídas que, por ejemplo, le llevaron a volver a abrirse nuevamente el cráneo en otra ocasión. Sin duda alguna, estaba gafado en ese aspecto. Pero aún a pesar de todo, llegó a firmar un 11º lugar en la que sería su última participación en el Tour de Francia, contando ya con 40 años.

Para la leyenda quedó una frase suya después de una dura jornada en el Tour, hablando sobre la dureza de la carrera: “Cuando me acuerdo de la guerra, me río de los que dicen que subir el Mont Ventoux es duro”.
 
Fin de su carrera
 
1984 iba a ser su última temporada como profesional, para después pasar a ser manager y descubre talentos, tal y como declaró a TVE en una entrevista que le hicieron días antes de la que sería su última participación en la Vuelta al Algarve. Contaba ya con 41 años, y había planeado disputar de nuevo el calendario portugués, con los colores del Sporting, y posteriormente participar por 14ª vez en el Tour de Francia, igualando a Darrigade y a Poulidor.
Pero jamás pudo tomar la salida en el Tour de Francia, ya que disputando la Vuelta al Algarve, que lideraba, en los últimos instantes de la contrarreloj, un perro se cruzó en su camino, no pudiendo evitar atropellarlo yéndose él al suelo y dándose un fuerte golpe en la cabeza.

La muerte fue muy controvertida, ya que el corredor no fue trasladado al hospital de forma inmediata, sino que se le llevó al hotel y se le aplicó una bolsa de hielo en la cabeza. Al poco rato comenzó a sangrarle la nariz, pero en lugar de trasladarlo al hospital al momento, se tardaron más de 4 horas en llevarle, con el agravante de que el hospital se encontraba a 400 kilómetros (la distancia que había entre Faro y Lisboa) y en el traslado el corredor entró en coma. El corredor se debatió 10 días entre la vida y la muerte, hasta que a primera hora del 10 de mayo fallecía de manera trágica, dejando abierto el debate sobre qué habría sucedido si el corredor hubiera recibido una adecuada atención médica.
 
Joaquim Agostinho murió con 41 años de edad, habiendo obtenido un total de 76 victorias en su dilatada carrera. Palmares en el que figuraban 4 victorias en el Tour de Francia, 3 en la Vuelta a España, un pódium en esta última carrera y otros dos en Francia, a lo que hay que sumar su espectacular palmares en Portugal, con 3 Vueltas a Portugal, con 23 victorias de etapa y 6 campeonatos de su país. Como forma de homenaje, el Tour de Francia decidió colocar un busto suyo a tamaño natural en la curva número 14 del Alpe d´Huez.
 
 
Saludos a todos!!

jueves, 11 de octubre de 2012

Jean-Pierre Monseré se presenta al mundo

Desde Flandes ha quedado para la historia el que es probablemente el mejor equipo de la historia a lo largo de varias temporadas, el Flandria. Entre la década de los 60 y la de los 70 pasaron por sus filas muchos de los mejores corredores flamencos de la época, como Leman, los hermanos De Vlaeminck, Zoetemelk, Maertenes o el malogrado Jean-Pierre Monseré, un grupo que luchó de tú a tú con el monstruo belga, Eddy Merckx.

Precisamente este último corredor, Monseré, era un joven de Roeselare que había dado el salto al profesionalismo con solo 21 años, en 1969, en el seno del equipo Flandria.. Una gran temporada en su año de debut, con buenos puestos en Flandes, Flecha Valona o la París-Roubaix. Esa misma temporada consiguió su primera victoria, en el Giro de Lombardía, con polémica, debido a la eliminación de Karstens por dopaje Era sin duda alguna la gran esperanza de su público con vistas al futuro.

Pero su consagración iba a llegar en la temporada siguiente, la de 1970. En aquella temporada, el 16 de octubre, fue el gran día del corredor flamenco, en el Campeonato del Mundo que se iba a disputar en Leicester, en el circuito automovilístico.
 
En el equipo belga se había montado una gran escuadra para cubrir a su líder único, Merckx. Le acompañarían grandes gregarios como Spruyt, Van Lancker, Verbeeck, Huysmans, corredores con total libertad como Van Pringel y Pintens y como secante ante los movimientos Godefroot. A este equipo los acompañarían los jóvenes Roger de Vlaeminck (23 años) y Monseré (aún 21), quienes supuestamente iban a aprender en aquel día.

El gran rival del conjunto Belga sería el equipo de Italia, que contaría en sus filas con gente como Gimondi, Marino Basso, Dancelli, Bitossi, o el antiguo maillot arco iris, Adorni. También habría otros corredores que destacar, como el joven francés Guimard o el español González Linares, que unas semanas antes había derrotado a Merckx en una contrarreloj del Tour.
 
El día se presentó con bastante frio y con mucho viento, por lo que los grandes capos de la carrera decidieron optar por lo lógico, que era lanzar a los gregarios por delante, a ser posible sin que entrasen los de su rival, para así evitarle a su escuadra el desgaste de tener que controlar la carrera.

En los primeros compases de carrera se marchan Adorni y Van Springel, a quienes se une pocos instantes después González Linares. Merckx vio peligro en la situación y decidió tirar con fuerza, saltando varios corredores a su rueda. Rápidamente neutralizaron a ese grupo cabecero, y se formó una fuga con una docena de corredores por delante, entre los que se encontraban Merckx, Ottenbros, Gimondi o los tres señalados anteriormente. Pero atrás no quisieron darles mucho margen, y se formó un nuevo grupo de 25 unidades. Todo eso en aún en el primer tercio de carrera, con los capos dando la cara.

A mitad de carrera se había formado de nuevo un grupo delantero, formado por 7 unidades, compuesto por Santanbroggio, Gimondi, Motta, Dancelli, Alain Vasseur, Wrigth, y Monseré, siendo los cuatro italianos los que llevan de forma descarada el peso de la carrera, en la que además podían jugar varias bazas. Fueron cogiendo tiempo de ventaja, hasta que cuando alcanzaron los 3 minutos, el equipo belga se comenzó a preocupar y se pusieron a tirar nada menos que Godefroot y Merckx, quienes consiguieron reducir la ventaja hasta poco más de medio minuto cuando afrontaban la recta de meta y aún les quedaban 4 vueltas para el final de la carrera.
Gimondi veía como se les echaba encima el grupo de favoritos y optó por hacer un demarraje desesperado, yéndose con él Vasseur, a los que se les unieron más tarde West, Mortensen, Rouxel y de nuevo, Monseré. De repente Italia pasaba a tener una sola baza, al igual que Bélgica, y en ambos casos, ya bastante castigados.

Se abre un hueco entre esos 6 corredores y el resto de favoritos, sin parecer que estos últimos quieran cazar definitivamente al sexteto cabecero, dando una tregua momentánea.
 
A dos vueltas para el final si que empieza a ponerse la cosa seria, con el grupo persiguiendo al sexteto, tirando ambos grupos con todas sus fuerzas, y reduciéndose la diferencia entre ambos.
Sería a 2 kilómetros cuando Monseré lanzaría un ataque y se marcha en solitario, con el resto de corredores lanzándose miradas vigilantes. Abre un pequeño hueco, mientras que en el ahora quinteto se lanzan ataques entre sí, sin que ninguno prospere.

El hueco de Monseré es definitivo, y se planta en solitario en la línea de meta. Brazos en alto celebra su impresionante victoria por la que nadie apostaría. Pero tampoco tuvo mucho tiempo de celebrarlo, ya que con tan solo 2 segundos de retraso llegaron Mortensen y Gimondi, que fueron segundo y tercero respectivamente. El pelotón, por su parte, llegaría a meta con 18 segundos de retraso con respecto al ganador del día, encabezados por Godefroot. Un pelotón en el que se encontrarían nada menos que corredores como Merckx, un jovencísimo De Vlaeminck, Guimard o Basso, además de todos los españoles que no se habían retirado de la carrera.
 
Como había cambiado la historia, ya que un año antes, en el mundial amateur, era Mortensen el que se alzaba con la victoria por delante del nuevo flamante campeón del mundo absoluto, Jean-Pierre Monseré.

La polémica, por supuesto, no faltó en la línea de meta, ya que Monseré dijo que Gimondi le había ofrecido hasta 6 millones de liras (cerca de 10.000 dólares) por dejarle ganar el campeonato. La respuesta de Gimondi no se hizo esperar, siendo totalmente contundente al respecto, negando la acusación: “Es una calumnia; parece que al nuevo campeón no le ha bastado con ir a mi rueda durante todo el recorrido. Prefiero tirar el dinero por la ventana antes que dárselo al belga”.
Fue el día cumbre de un corredor que estaba llamado a ser figura, Jean-Pierre Monseré, que se había proclamado como el segundo campeón del mundo más joven de la historia, solo superado por Karel Kaers. Monseré, una figura que despuntó definitivamente con ese campeonato mundial, pero que vería trágicamente cortada su vida unos meses más tarde, el 15 de marzo de 1971, en el Grand Prix de Rétié à Lille-st-Pierre.


Clasificación:
1º Jean-Pierre Monseré (Bélgica-Flandria) (21 años) 6 horas 33 minutos 58 segundos
2º Leif Mortensen (Dinamarca-Bic) (23 años) a 2´´
3º Felice Gimondi (Italia-Salvarani) (27 años) m.t.
4º Leslie West (Gran Bretaña-Holdsworth) (26 años) a 3´´
5º Charles Rouxel (Francia-Peugeot) (22 años) a 5´´
6º Alain Vasseur (Francia-Bic) (22 años) a 9´´
7º Walter Godefroot (Bélgica-Salvarani) (27 años) a 18´´
8º Frans Verbeeck (Bélgica-Geens Watney) (29 años) m.t.
9º Franco Bitossi (Italia-Filotex) (29 años) m.t.
10º Gerard Vianen (Holanda-Caballero) (26 años) m.t.
11º Roger De Vlaeminck (Bélgica-Flandria) a 23s
...
14º Cyrille Guimard (Francia-Fagor Mercier) m.t.
17º Marino Basso (Italia-Molteni) m.t.
20º Harm Ottebros (Holanda-Willem II) m.t.
21º Miguel María Lasa (España-La Casera) m.t.
29º Eddy Merckx (Bélgica-Faemino) m.t.
38º Ramón Saez (España-Werner) m.t.
43º José Antonio González Linares (España-Kas) m.t.
49º Andrés Gandarias (España-Kas) m.t.
56º Jesús Aranzábal (España-Bic) m.t.
63º Domingo Perurena (España-Fagor Mercier) m.t.
Luis Ocaña (España-Bic) retirado
Agustín Tamames (España-Werner) retirado
José Manuel Lasa (España- La Casera) retirado
Nemesio Jiménez (España-Kas) retirado

jueves, 4 de octubre de 2012

"Ojalá nunca hubiera ganado el Tour"

El nombre de Walkowiak va asociado a la victoria en el mundo del ciclismo, pero no a una victoria espectacular, sino a una victoria lograda por una fuga consentida por el resto de corredores. Sin embargo los que han asociado ese nombre a ese tipo de victoria, no saben el daño que se le llegó a hacer a esa persona en su mayor victoria.

El Tour de 1956 iba a estar marcado por la ausencia de un gran líder, como era el ganador de las 3 ediciones anteriores, Louison Bobet. A esta ausencia había que añadir las de otros corredores que habían dominado las carreteras en los años anteriores, como eran el gran Fausto Coppi o Hugo Koblet. Esas ausencias iban a dejar como favoritos a corredores jóvenes como Gaul, o como Bahamontes, que aún no estaban preparados para conseguir una victoria en las carreteras francesas. Precisamente esa ausencia de corredores importantes, unido a los factores que se fueron dando en la carretera, dejaron un resultado a final de la carrera más que sorprendente.
 
Por aquel entonces, el Tour de Francia aún se corría por equipos regionales, no así el resto de competiciones del año, y el equipo francés estaba capitaneado por el sprinter André Darrigade y por el también veterano Geminiani. En ese equipo también serían de la partida Jean Malléjac y fue incluido a última hora en el equipo Gilbert Bauvin.
 
Eso iba a significar que un corredor entonces semi-desconocido no iba a tener hueco en el equipo principal francés y se iba a tener que buscar un hueco en el equipo Nordeste-Central. Ese ciclista que no iba a tener hueco en el equipo principal era Roger Walkowiak, y ese Tour de 1956 iba a cambiar para siempre su vida, aunque no precisamente a mejor.
 
La ya mencionada ausencia de corredores de gran peso hizo que la carrera no tuviese ningún tipo de control por parte de los equipos, ya que todos buscaban el meter a sus hombres importantes en la fuga y no querían controlar la carrera. Las fugas eran diarias, y en ellas se podía ver a gente como Darrigade, o De Bruyne, vencedores ambos en dos ocasiones en esas primeras etapas del Tour.

En todas las etapas había habido fugas, formadas entre otros por varios corredores importantes, pero llegó la fatídica quinta etapa del Tour, una etapa que unía Rouen y Caen, donde se empezó a romper la carrera, ya que los favoritos no consiguieron meterse en ninguna fuga. Joseph Morvan fue el vencedor de esa etapa, venciendo en el sprint a gente como Fantini, Nolten, Bauvin o un corredor que había estado en todas y cada una de las fugas de aquel Tour, Roger Walkowiak. Por detrás, muy atrás, llegaba en solitario uno de los favoritos, Bahamontes, a unos 10 minutos del vencedor, y mucho más retrasados llegó un grupo formado por Malléjac o Gaul. El Tour se había acabado para ellos, aunque aún quedaba mucha carrera.
 
La siguiente etapa, la sexta, iba a ser otra tortura para el pelotón, puesto que de nuevo iba a llegar una fuga en la que se encontraría el líder momentáneo de la carrera, Darrigade y en la que de nuevo se había colado Walkowiak, quien paso a paso, se había colocado quinto en la general, aunque eso sí, a más de 7 minutos del líder.

Pero la vida de Walkowiak iba a comenzar a cambiar en la séptima etapa. Una etapa que se disputaría el miércoles 11 de julio, y que uniría las localidades de Loirent y Angers, en un recorrido de nada menos que 244 kilómetros. En esa etapa se iba a producir una fuga que iba a comenzar a cambiar el sino de la carrera. A Angers iba a llegar una fuga de 31 corredores, que iba a ser la que marcase el devenir de la carrera. En esa fuga no se iba a meter ninguno de los corredores a priori importantes de la carrera, aunque si iban a incluirse varios corredores que bien colocados en la general de la carrera. El primero de esos corredores bien colocados sería Walkowiak, seguido de gente como Padovan o Bauvin. La victoria de etapa correspondió a Fantini, siendo cuarto Bauvin y 19º un Walkowiak que se iba a colocar como nuevo líder de la carrera. 29 años había tardado en hacer realidad su sueño deportivo. Su imagen llorando y abrazando al periodista que le entrevistaba fue portada al día siguiente en los periódicos locales, al tiempo que sollozaba un “es increíble... increíble”.
 
Por su parte Darrigade, entre otros muchos corredores, iba a llegar a meta en el seno de un pelotón que se iba a dejar aquel día en meta 18 minutos y 46 segundos, lo que les alejaba a un mundo en la general de la carrera, que quedaría comandada por Walkowiak, secundado por Picot a poco más de un minuto y ya con más de 11 de ventaja con Darrigade y más de 12 con su compañero de fuga aquel día, Bauvin.
 
3 jornadas duraría el amarillo en la espalda de Walkowiak, ya que las fugas seguían siendo las protagonistas de la carrera, y en ellas también se iba a meter el español Bahamontes, que recuperaría hasta 4 minutos al líder en la siguiente jornada. La décima etapa, que llegaría a Bayona, sería en la que le arrebatarían el amarillo a Walkowiak, merced a una fuga en la que no iba a estar. Serían poco más de 14 minutos los que se dejaría en meta, llegando con el pelotón, pero a pesar de todo seguía metido en la general, estando colocado en séptima posición, a 9 minutos del nuevo líder, el polaco Voorting.
 
Las etapas que discurrirían por los Pirineos no descolocarían mucho la general, salvo por el hecho de que el maillot de líder pasó por las espaldas de Darrigade y de Adriaenssens, que sería quien lo luciría una vez se abandonasen los Pirineos. Pero en la etapa anterior a la llegada de la carrera a los Alpes, una etapa de transición, Adriaenssens se dejaría más de 8 minutos en meta, debido a una fuga que dio tan privilegiada posición a Wagtmans y permitió que Walkowiak le adelantase también en la general, esta vez ya de forma definitiva.
 
En Sentinelle y en Sestriere la general se iba a aclarar mucho más, permaneciendo aún Wagtmans como líder de la carrera, ya con un estrecho margen con respecto a Walkowiak, Bauvin y Adriaenssens, por ese orden, separados entre sí por apenas 3 minutos.
 
La siguiente etapa, la 18ª, finalizaba en Grenoble, tras 250 kilómetros de recorrido en los que se subían Croix de Fer y Luitel. Sería la etapa definitiva de la carrera, ya que el líder iba a hundirse de forma estrepitosa, hecho que aprovecharían los siguientes tres corredores de la general. Charly Gaul realizaría ese día una exhibición, consiguiendo una victoria con más de 3 minutos de ventaja en la meta con respecto al segundo clasificado, Ockers, aventajando en 7 minutos y medio al trío formado por Bahamontes, Nencini y Walkowiak.

A Walkowiak ya solo le quedaba un peligro para ver cumplido su sueño de ser campeón del Tour de Francia, una contrarreloj de 73 kilómetros entre St. Étienne y Lyon. La crono la afrontaría con casi 3 minutos y medio de ventaja con respecto a Bauvin, más de 7 con el anterior líder, Wagtmans, y más de 8 con Adriaenssens. Durante la prueba cronometrada iba a sufrir mucho y esta se le iba a hacer larga, muy larga al líder de la carrera. Prueba en la que además sus perseguidores en la general iban a colocarse aquel día entre los cinco primeros clasificados de la etapa.

Finalmente aquel día pudo salvar el maillot de líder de cara a la clasificación final, en la que se impondría con un minuto y 25 segundos con respecto a Bauvin y 3 minutos y 44 segundos con Adriaenssens, quienes le acompañarían en el pódium final. El Tour de Francia había ido a parar al palmarés de un corredor que no era conocido y que tan solo tenía una etapa en la Vuelta a España de ese año en su palmarés, lo que supuso la decepción de un público que ansiaba verle perder su privilegiada posición en la carrera, ay que no le consideraban como digno merecedor de tal honor.

Como definiría el director de la carrera, Jacques Goddet, “la ovación del público más pareció una lamentación”. A nadie atraía el nuevo campeón de la prueba, que sucedía en el trono a corredores de la calidad de Bobet o sobre todo de Coppi, de los cuales no consideraba el público que fuese un digno heredero como campeón de la carrera.
 
Desde ese momento su vida fue un calvario, ya que le achacaron la culpa a él de ganar. No a los corredores que habían consentido sus diferentes fugas al comienzo de la carrera, sino a él, por no querer ceder su privilegiada posición, por defenderse con uñas y dientes, y con mucha cabeza. Con su victoria había deshonrado al Tour, la carrera más importante del calendario ciclista. Y toda esa carga que hicieron contra su figura desde los propios aficionados hasta la prensa, Walkowiak no la llevó nada bien, ya que del anonimato había pasado a ser uno de los personajes más reconocidos del mundo del deporte en Francia, y era blanco de todas las críticas de la afición. Sus actuaciones posteriores en la carrera francesa tampoco ayudaron a mejorar su imagen de cara al público, ya que al año siguiente se retiró de la carrera (marchaba en la posición 18ª cuando se retiró), y en el 58 finalizó a más de 4 horas del ganador, siendo el 75º de la clasificación general.
 
Dejó de hablar con la prensa, cayó en una profunda depresión e intentó alejarse de la vida pública, con una retirada deportiva algo prematura. Pero no había forma de mejorar su estado de ánimo. Algunos dicen que no salió de ese estado depresivo en que le sumió su victoria en el Tour hasta muchas décadas después. Ni siquiera el abrir un bar mejoró su estado de ánimo, ya que en cuanto se corrió la voz de que lo había abierto, los aficionados fueron rápidamente al bar, pero no con intención de conocerle, sino para burlarse de él. Ese fue el golpe definitivo para Roger, que cerró su bar y volvió a trabajar a la vieja fábrica de coches de Montluçon en la que había trabajado cuando era joven.

No volvió a saberse nada de la persona de Walkowiak hasta finales de los años 90, cuando por fin aceptó volver a enfrentarse a una cámara, en una entrevista. En aquella entrevista surgieron diversos temas, anécdotas, hasta que el periodista le preguntó acerca del Tour en el que venció. Las respuestas del francés fueron contundentes: “Nunca hablo de aquel Tour, ni siquiera con mi mujer” y  “Ojalá nunca hubiera ganado el Tour”. A las respuestas sucedieron varios segundos de silencio hasta que tapándose la cara, Walkowiak rompió a llorar. Sin poder contener el llanto, pudo decir una frase más: “Nadie sabe cuanto sufrí”.
 
Esas y otras confesiones de Roger Walkowiak, en las que habla acerca de esa fatídica victoria en el Tour de Francia forman parte del libro Roger Walkowiak, le maillot jaune assassine, un libro escrito por Jean-Paul Ollivier.


General del Tour Francia 1956:
1- Roger Walkowiak (Francia, Nordeste-Central) 124horas 1minuto 16segundos
2- Gilbert Bauvin (Francia) a 1´ 25´´
3- Jan Adriaenssens (Bélgica) a 3´ 44´´
4- Federico Bahamontes (España) a 10´ 14´´
5- Nino Defilippis (Italia) a 10´ 25´´
6- Wout Wagtmans (Holanda) a 10´ 59´´
7- Nello Lauredi (Francia Sur-Este) a 14´ 1´´
8- Stan Ockers (Bélgica) a 16´ 52´´
9- René Privat (Francia) a 22´ 59´´
10- Alves Barbosa (Luxemburgo) a 26´ 3´´


Saludos a todos!!