martes, 13 de marzo de 2012

La Milán - San Remo más dura

Para muchos Eugène Christophe será el primer corredor en portar el maillot amarillo del Tour de Francia. Este hecho se le atribuye en el año 1919, un 17 de julio, en la décima etapa que unía las localidades de Niza y Grenoble. Una etapa de nada menos que 333 kilómetros. Pero la leyenda de este corredor se remonta a muchos años atrás, concretamente a un 3 de abril del año 1910, fecha en la que se iba a disputar la Classicissima Milán-San Remo.
 
La carrera se disputaría sobre sus tradicionales 289,3 kilómetros, y se habían inscrito en su participación un total de 94 corredores, de los cuales serían 71 los que tomarían finalmente la salida. Esta edición de la carrera ha sido la más dura de todas las disputadas hasta el momento. No obstante, de los 71 corredores que tomaron la salida, tan sólo 7 lograron concluir la prueba, siendo además descalificados 3 de esos 7 corredores por cometer irregularidades. Ese día Eugène Christophe, que contaba con 25 años, fue el héroe.

Aquel día era la primera vez que participaba el joven Eugène en la prueba, e iba acompañado por quien sería el campeón del Tour de Francia del año siguiente, Garrigou, con quien fue a reconocer un pequeño tramo de la carrera, el único tramo que conocería de la prueba cuando la disputara. Garrigou por su parte si había participado en la prueba, y era por ello por lo que iba a escuchar sus consejos en cuanto a los desarrollos, especialmente por la ascensión al Turchino. Pero durante la semana anterior a la prueba, la climatología empeora y en la noche anterior a la carrera, el señor Calais, quien hacía de director deportivo de la misma, informa a los corredores que no se podrá pasar el Turchino, puesto que este se encuentra totalmente cubierto de nieve en su cima.

Aunque algunos corredores se plantearon la suspensión de la prueba, finalmente esta comenzó como estaba previsto, en la mañana del 3 de abril, con unas condiciones climatológicas muy adversas para la práctica deportiva. Tomaron la salida 71 de los 94 inscritos. Las carreteras estaban embarradas, y los corredores intentaban marchar por el arcén de las mismas. Aún a pesar de todas estas dificultades, la carrera va lanzada, alcanzando grandes medias de velocidad en el pelotón, con constantes demarrajes por parte de los corredores. Tal era el ritmo de locura que estaban imponiendo, llegando incluso a formarse dos pelotones separados por apenas unos metros, que Eugène le comentó a Ernest Paul que iba a descolgarse, porque se veía incapaz de seguir el ritmo, a lo que Paul añadió que él también se descolgaría. Eso sucedió antes del kilómetro 80. Ni 20 kilómetros mas adelante su retraso con respecto a un pelotón cada vez más disminuido era de un minuto aproximadamente.
 
Los corredores van abandonando la cabeza, y van siendo cazados por Eugène y Paul. Todos van cada vez con un pedaleo más pesado, y con un compañero que no les abandona en ningún momento, el frío. De ese kilómetro 100 al 120 que se llega a Ovada, se retiran varios corredores, entre ellos Lapize, quien ganó ese mismo año el Tour de Francia. El frío les ha vencido, y prefieren tomar una taza de café caliente a seguir sufriendo sobre la bicicleta.

Tras ese puesto de control, el de Ovada, en cabeza marchan Van Hauwaert y Ganna, con Paul y Eugène en persecución de estos, antes de afrontar el Turchino, que finalmente sí se iba a subir. A cada pedalada que daban los ciclistas, el frío se metía más en sus cuerpos, más les costaba avanzar. Comenzaba la ascensión al puerto y la carretera estaba cubierta por nieve medio fundida. Es en esos primeros momentos de la ascensión cuando Eugène abandona la compañía de Paul y se marcha decidido a por Ganna, al que no cuesta mucho atraparle. Poco antes del final de la cima, deben bajarte los ciclistas de la bici, debido al mal estado del camino y a no sentir ni las manos, ni las piernas, ni los pies los ciclistas. Todos los que quedaban en carrera, al pasar por ese punto, se encontraban tiritando, cuanto menos. El primero en la carrera era Van Hauwaert, que coronó con unos 6 minutos de ventaja con respecto a Eugène.

Y a partir de ahí, el caos. Poco después el segundo corredor se encuentra con el primero, quien le dice que va a abandonar, que está congelado. Eugène por su parte, se lanza a un descenso también adornado por la nieve. Se ve obligado a bajarse de la bici y echarse unas carreras a pie, para intentar coger temperatura, además de unos calambres que le estaban afectando a las piernas. Encorvado sobre la bici, con el único pensamiento de ganar la carrera pero sin fuerzas para poder siquiera moverse, consigue ver una casa, que resultó ser un albergue. Un señor le arrastró hasta el albergue, donde le cambian la mojada ropa por una seca, además de envolverle en una sabana para que coja temperatura. Al tiempo que coge temperatura, Eugène mira por la ventana, y no ve pasar a ningún corredor. A pesar del tiempo que lleva ya en ese albergue, sigue liderando la carrera, porque aún no se ha quitado el dorsal ni piensa abandonar la carrera.
 
Mientras hace ejercicios de estiramiento, para poder salir ya del albergue (el dueño no le dejaba salir, porque seguía nevando fuera), llegan al mismo Van Hauwaert y Paul, dirigiéndose directamente a la estufa para calentarse. Sorprendente era el caso de Paul, quien ni se había dado cuenta que había perdido una zapatilla. Habían transcurrido unos 25 minutos desde que llegase el primer corredor al albergue cuando por fin adelantaron en la carretera cuatro corredores, los cuales avanzaban de forma bastante lastimosa; esos cuatro corredores eran Cocchi, Pavesi, Albini y nuevamente Ganna.

En el siguiente punto de control, cuando ya había neutralizado a tres de estos corredores, se encontró con sus directores, Calais y Baugé, quienes no entendían la situación, puesto que pensaban que su pupilo viajaba con muchos minutos de ventaja con respecto a ese segundo grupo que ellos se habían quedado vigilando. Retoma entonces Eugène la carrera, con tan solo Albini por delante, con un par de minutos de ventaja. Poco después de la salida del pueblo donde estaba el punto de control, ya se vio en solitario en cabeza, con muchísimos kilómetros por delante.
 
En el control de Savona, sobre el kilómetro 190, se detiene de nuevo a reponer energías y comer algo. Y a partir de ahí, otros 100 kilómetros, totalmente en solitario, salvo los últimos kilómetros antes de llegar a San Remo, donde un cicloturista aficionado le acompaña una veintena de kilómetros, distancia en la que su compañía le ayuda a no desfallecer.

La entrada en la meta se produce en solitario, con un retraso brutal con respecto a lo que había previsto la organización de la carrera, pasadas las seis de la tarde. En total, Eugène tardó en hacer el recorrido 12 horas y 24 minutos, rodando a poco más de 23 kilómetros por hora, en unas condiciones infrahumanas. El siguiente corredor en cruzar la meta sería Ganna, pero una denuncia de los directores de Eugène hizo que este fuera descalificado, ya que había sido visto subiendo un puerto a pie mientras un coche llevaba su bicicleta. El segundo en cruzar la meta, debido a esa descalificación, fue Cocchi, quien llegó con un retraso de 1 hora y 1 minuto. Marchese tardó 16 minutos más en llegar a meta, completando el pódium. El cuarto final fue Sala, quien cruzó la meta con 2 horas y 6 minutos más que el ganador. Quinto en la carrera habría sido Lampaggi, pero cometió las mismas irregularidades que Ganna, por lo que también fue descalificado. Hubo un corredor más que cruzó la línea de meta, Sante Goi, pero lo hizo mucho tiempo después de que la organización cerrara el control, por lo que fue descalificado. Eugène debió permanecer un mes ingresado en el hospital, a causa de la congelación que sufrió en su cuerpo, y aún tardó dos años en recuperar totalmente su capacidad atlética.

Ese día, todos y cada uno de los ciclistas que tomaron parte de la carrera, fueron unos héroes, especialmente los que completaron la carrera legalmente, ya que ese 3 de abril de 1910 habían sido partícipes de la Milán - San Remo más dura de la historia.


Saludos a todos!!

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