miércoles, 28 de diciembre de 2011

La marcha de Indurain

Aprovechando que el año está finalizando, puesto que estamos en los últimos días del mes de diciembre, y que con estos días finales parece que son el momento propicio para las despedidas, para recordar viejos y mejores momentos, creo que es el momento de mencionar uno de los recuerdos más tristes para el aficionado al ciclismo español. Ese recuerdo tan amargo para el ciclismo español no puede ser otro que la retirada del mayor campeón de su historia, Miguel Indurain.

El 20 de Septiembre del año 1996 se iba a disputar la etapa número 13 de la Vuelta a España de ese año. A priori se trataba de la etapa reina de esa edición, puesto que tenía final en los Lagos de Covadonga, y pasaba, pocos kilómetros antes, por el Alto Mirador del Fito, un puerto de categoría especial y un primera, respectivamente.
 
La jornada venía precedida por la sorpresa del día anterior, que terminaba con el primer contacto con la montaña de la Vuelta, el corto puerto del Naranco, de unos 5 kilómetros, puerto en el cual Indurain se dejó más de un minuto con respecto a todos los hombres importantes de la general. Nunca antes, hasta ese mismo año en Les Arcs, le había pasado algo similar. Algunos quisieron ver esa diferencia como un signo de que Miguel no se había adaptado bien del llano a la montaña. Pero para la gran mayoría, no fue un buen presagio de cara a la montaña importante de la Vuelta. Una montaña en esa Vuelta, por cierto, que era más bien insuficiente, de cara a conseguir la participación del pentacampeón en la carrera.

La etapa fue transcurriendo por los derroteros normales, hasta que un ataque en el Mirador de Tony Rominger supuso que el pelotón se fracturase en mil unidades. Fue en esos momentos cuando la cámara de cola de pelotón de TVE fue adelantando unidades, para ir viendo los cadáveres que había dejado el suizo con su movimiento, cuando de repente, y como sorpresa mayúscula de todo el mundo; prensa y aficionados, se vio descolgado a Indurain. No solo se había descolgado ante un simple demarraje, sino que además, estaba siendo adelantado por muchos otros ciclistas. Todos estos se quedaban sorprendidos al ver a quien adelantaban, y también muchos de ellos ofrecían su rueda al campeón. Pero este ignoraba a todos ellos.
 
Incluso Indurain rechazó la rueda de su compañero Marino Alonso, haciéndole un gesto de que se fuera, que no iba a pelear más. Miguel se había rendido, posiblemente porque su cuerpo había dicho basta por la bronquitis que venía arrastrando de días atrás, la cual le había dejado sin fuerzas.
 
En el Tour también se había visto a un Indurain que se descolgaba, pero que seguía luchando por no rendirse, pero ahora Miguel, no tenía capacidad ni de pelear.
 
Por delante Celestino coronaba en cabeza con poco menos de dos minutos sobre el reducido grupo principal. Pero la carrera ya no estaba ahí, la carrera era la lucha de Miguel por coronar el Fito. Esto lo hizo a más de cuatro minutos, acompañado por Herminio Díaz Zabala, con quien también bajó dicho puerto. Herminio no solo ofrecía su rueda al campeón (del que había sido compañero en Reynolds), sino que también trataba de convencerle para que siguiese adelante.
 
Pero la decisión estaba ya tomada y no había marcha atrás. Miguel se iba a retirar incluso antes de afrontar la subida a los Lagos. Se retiraría justo en el Hotel donde se hospedaba su equipo, el Banesto. Se retiraría en el Hotel Capitán, puesto que la carrera pasaba por la propia puerta del hotel. Miguel se echó al lado derecho de la carretera y puso pie a tierra. Tuvo que cruzar de nuevo la carretera, puesto que el hotel estaba al otro lado de la calzada, y con ello tuvo que atravesar un muro de fotógrafos, periodistas y motos, que inmortalizaban el momento.
Esos fueron los últimos metros de un hundido Miguel como ciclista.

La próxima semana, el lunes concretamente, se cumplirán tres lustros exactos desde que Miguel Indurain leyó el comunicado que copio a continuación. Un comunicado que ponía fin a numerosas especulaciones sobre el futuro del pentacampeón del Tour, bicampeón del Giro y campeón olímpico. No iba a renovar por el conjunto Banesto. Tampoco iba a cambiar sus colores por el amarillo de la ONCE. Simplemente, iba a anunciar su decisión de retirarse del ciclismo profesional, dejando tras de sí un legado enorme:

«Hoy, 2 de enero de 1997, quiero anunciar públicamente mi retirada del ciclismo profesional.

Esta ha sido una decisión larga y profundamente meditada. Como bien es sabido, he necesitado tres meses para poder tomarla.
Se ha hablado y se ha especulado mucho sobre el tema. Lo cierto es que me ha resultado tremendamente difícil decidirme puesto que físicamente estoy bien y pienso que todavía podría estar en condiciones de lograr el tan deseado sexto Tour.

Por otra parte, ya en los primeros meses de esta temporada empezó a rondarme la idea de que con el 96 había llegado la hora de dejarlo y dedicarme a otras facetas de mi vida; de hecho, así lo tenía planeado. Intenté ganar el Tour con todas mis fuerzas y no lo conseguí, pero gané la medalla de oro en Atlanta, lo que me parecía el broche ideal para mi carrera deportiva. Corrí la Vuelta a España y, muy a pesar mío, tuve que abandonar debido a una infección viral. Este hecho cambió mi visión de las cosas. No podía despedirme con un abandono.

En mi entorno me animaban a seguir, tenía que ganar el sexto Tour de Francia.
Así las cosas, cada día que pasaba me resultaba más difícil ver con claridad cuál era el mejor camino a seguir.

Llevo doce años en el ciclismo profesional, he corrido vueltas grandes, pequeñas, campeonatos nacionales, del mundo y hasta unas Olimpiadas. En estos años he tenido grandes satisfacciones por los triunfos logrados pero también me ha costado mucho esfuerzo y sacrificio el obtenerlos. Estar al máximo nivel exige mucho de uno mismo y cada año que pasa resulta más difícil conseguirlo.

Creo que ya le he dedicado el tiempo suficiente al ciclismo de competición y ahora deseo disfrutar de este deporte como afición. En definitiva, y tras meditarlo minuciosamente, pienso que he tomado la mejor decisión para mí y para mi familia. Ellos también me están esperando.

Finalmente, quiero aprovechar la ocasión para expresar mi más sincero agradecimiento a todos los medios de comunicación que con tanto interés habéis seguido toda mi carrera deportiva, a Banesto por su apoyo y, muy especialmente, a toda la afición que sigue este deporte con tanto entusiasmo.

Gracias por todo y hasta pronto».


Saludos a todos!!

martes, 20 de diciembre de 2011

Armstrong, Campeón del Mundo

El 29 de agosto del año 1993 se iba a disputar la LX edición del campeonato del mundo en ruta de ciclismo. Era otra época, en la que las pruebas de final de temporada se disputaban entre finales de agosto y los primeros días de septiembre, no como ahora, en que la Vuelta a España comienza precisamente entre esas fechas.
 
Antes de su gravísima enfermedad detectada en 1996, un jovencísimo deportista proveniente de Texas, Lance Armstrong, ya demostraba que no sólo era capaz de competir contra los mejores ciclistas del planeta, sino que además era capaz de derrotarlos. Si bien no era capaz de hacerlo en los puertos, puesto que no pudo finalizar ese año el Tour de Francia, si que podía hacerlo en su especialidad, las pruebas de un día.
 
El día en que se iba a disputar el campeonato del mundo de Oslo de 1993 este deportista, Armstrong, contaba con 21 primaveras, y su palmarés era muy exiguo, pues apenas adornaban su palmarés un par de pruebas importantes: una etapa del Tour de ese año, y el campeonato de los EEUU. Había más carreras, pero ninguna de ellas de relumbrón internacional.

El día se levanto lluvioso, y esta lluvia acompañó a los corredores durante todo el transcurso de la carrera. Las condiciones fueron muy complicadas para todos durante gran parte de la prueba, puesto que en ocasiones la lluvia cayó de forma torrencial, y eso le costó la participación y el ser ingresados incluso en el hospital a gente como Skibby o Moreno Argentin.

Las grandes selecciones, como España (con Indurain), Italia (con Chiappucci y especialmente Bugno) o la selección holandesa, fueron las selecciones que desde casi el comienzo de la prueba, llevaron todo el peso en el control de la carrera. Se fueron sucediendo los intentos de fuga durante las primeras vueltas, pero poco más de un minuto llegó a ser la renta de esos escasos valientes. Intentos que finalmente quedaban en nada.
 
En la décima vuelta se produjo un corte peligroso, en el que figuraban 14 hombre, con gente como Chiappucci o Giovannetti, pero que con los kilómetros consiguió ser reducida por el equipo español, dejándoles a solo un puñado de segundos. Un equipo, el español, que había apostado todas sus balas en un único corredor, Miguel Indurain. En la duodécima vuelta se retiraba el campeón en Benidorm, Gianni Bugno.

A partir de ese momento, con la retirada de Bugno, todo el peso del control de la prueba iba a corresponder a Indurain. El navarro asumió los galones que le correspondían y lanzó un imponente ataque, que sirvió para neutralizar a los fugados Chiappucci, Maessen y Rue. Poco después, otro puñado de corredores, entre ellos Riis, Mussew o Ludwig, se iban a unir a estos fugados e iban a marchar en armonía, impidiendo que les diesen caza más corredores.
 
Y fue tras más de 240 kilómetros disputados en la etapa cuando, disputándose ya la última vuelta, saltó de ese grupo delantero el juvenil de sus componentes, Armstrong, aquel corredor al que nadie o casi nadie conocía dentro del grupo. Cogió ventaja con respecto a sus hasta ese momento compañeros de fuga, pero esta ventaja jamás se encontró por encima del medio minuto, una renta en teoría insuficiente si los rivales se ponían de acuerdo en darle caza.
 
Pero en este grupo no se entendieron y con mucha tenacidad, consiguió mantener su escasa renta, y tras 6 horas, 17 minutos y 10 segundos de intenso esfuerzo, de pedalear y competir en un lluvioso día, Lance consiguió levantar los brazos para festejar su triunfo. Un triunfo que le llegaba siendo aún casi un niño. Y lo hacía con 19 segundos de ventaja con respecto a, nada menos, Indurain, Chiappucci, Riis o Mussew. El futuro era suyo, y su carrera no había hecho más que despegar, aunque todavía se tendría que encontrar con un contratiempo muy serio en su carrera hacia el éxito.

Por su parte, en la disputa por el segundo puesto, el sprint con el que Indurain bate a un excepcional finalizador como Ludwing es, sencillamente, impresionante. Un sprint largo que le permite ser al navarro segundo en el campeonato, y ascender un puesto con respecto a su actuación en el campeonato del año 91, quedándose a tan sólo un escalón del Arco Iris.




Saludos a todos!!

martes, 13 de diciembre de 2011

La locura de Lapize

Tras la conclusión del Tour de Francia del año 1909 con la victoria de François Faber, "del Gigante de Colombes" por sus 179 centímetros y 89 kilos de peso, quien dominó la competición de principio a fin de ese año, el director de la carrera y del periódico que la organizaba (L´Auto), Henri Desgrange quiso dar una vuelta de tuerca a su carrera. Pidió colaboración a su ayudante, el periodista Alphonse Steinès. Le pidió que buscase un trazado alternativo para darle viveza a la carrera y evitar de esta forma la monotonía que había tenido lugar en esa última edición.
 
Por aquel entonces, ni los Alpes ni los Pirineos habían podido ser transitados por la carrera, por lo que la presencia de puertos se limitaba únicamente al Macizo Central. Fue entonces cuando Steinès echó un ojo al sur de Francia, a los Pirineos, puesto que habían comprobado tanto él como Desgrange que cuando la carrera llegaba a pequeñas cotas, en estas el público era mucho más números en las cunetas de la carrera. Llegó entonces la propuesta de Steinès de cruzar los Pirineos, algo que no convenció a su jefe, quien le dijo que antes de incluirlos en la carrera, su subordinado debía cruzarlos y enviarle un telegrama confirmándole que los había cruzado.

En esos momentos, los Pirineos era un lugar que se encontraba deshabitado, cuyos caminos descarnados, en muchos casos eran incluso intransitables. Steinès, ante la propuesta de Desgrange, tenía que superar en coche, progresivamente el Peyresoure, el Aspin y finalmente debía llegar al coloso del Tourmalet, un puerto hasta ese momento que prácticamente no había sido transitado. Los dos primeros puertos fueron superados sin mayores inconvenientes, pero al llegar a pie de puerto del Tourmalet, en Sainte Marie de Campan, Steinès fue aconsejado en que no procediera a subirlo. Pero este no escuchó a la gente y se dispuso a superarlo. Alquiló un coche conducido por un conductor de la zona, lo que facilitaba su labor, y comenzaron la ascensión.
 
La subida estaba realizándose prácticamente sin problemas, más allá de las placas de nieve que había por el camino, hasta que al llegar a unos 12 kilómetros de la cumbre, el conductor dijo que no seguía, que se daba media vuelta, puesto que le era imposible avanzar más por la nieve que había en el camino. Steinès no quiso escucharle y se empeñó en acceder a la cumbre del puerto, pidiéndole que fuese a buscarle al otro lado de la ladera con el coche. Fue caminando hasta llegar a la cumbre, donde la nieve le cubría hasta más allá de las rodillas, cuando la noche se le había echado encima, con el peligro añadido, además del frio, de ser una zona acechada por lobos y por osos.
 
La tardanza en volver del periodista hizo que el chofer se inquietase y que procediese a dar aviso a los vecinos, quienes improvisaron una partida para encontrarle. Cerca de las 3 de la madrugada fue encontrado cerca de Barèges, que estaba en la otra falda de la ladera. Fue encontrado casi helado y desfallecido por el esfuerzo que había realizado.

Al día siguiente, cuando se recuperó de su intrépida aventura, Steinès envió un telegrama a Desgrange en el que decía algo así como: "Superado el Tourmalet. Ruta en buen estado. Perfectamente transitable". Ese fue el inicio de la locura del Tour, el comienzo de las etapas montañosas con los colosos de Pirineos y de Alpes, con diseños de auténticas etapas de locura por los organizadores.

Tan sólo un mes después, el 21 de julio, en el Tour de 1910 se iba a correr la primera etapa que transitaría por los Pirineos de la historia. Esa etapa arrancaría en Luchon y llegaría hasta Bayona, contando con un total de 326 kilómetros y subiendo los 3 puertos que atravesó Steinès meses atrás, a los que se añadiría el Aubisque una vez superados los 3 anteriores y una pequeño repecho al final, el Osquich.

Ese día la general comenzaba con el ganador del Tour anterior, Faber, como el líder de una general, la cual se definía por puntos, no por tiempos como actualmente. Segundo en la general era Lapize. Fue este último quien desató las hostilidades nada más comenzar a subir el primer puerto del día, el Peyresoure. Coronó el primero dicho puerto, al igual que sucedió con el Aspen. En ambas cimas iba acompañado por su compañero Garrigou, quien ganaría el Tour del año siguiente. Ambos corredores del equipo Alcyon comenzaron el ascenso del Tourmalet, pero en muchos tramos, debido a la dificultad de la ascensión, tienen que echar pie a tierra porque no pueden seguir avanzando. Fueron superados ambos por François Lafourcade, hecho que irritó sobremanera a Lapize. Coronó Lapize el Tourmalet a varios minutos de Lafourcade, cuando la ira se apoderó de él y al ver a un organizador de la carrera que controlaba el paso por la montaña, el corredor número 4 de la carrera le arrojó la bicicleta, le cogió de la chaqueta y le grito en plena cara "Asesinos, sois unos asesinos".

Por suerte para él, pudo recuperar los minutos de desventaja con Lafourcade y consiguió hacerse con la victoria de la primera etapa pirenaica de la historia. Tardó nada menos que 14 horas y 10 minutos en completar la etapa, pero su mal carácter no se había calmado por el esfuerzo, puesto que cuando cruzó la línea de meta repitió para todos aquellos que quisieron oírlo la frase de "Desgrange es un asesino". Tan sólo otros 9 corredores, de los 59 que tomaron la salida llegaron dentro del control del horario de la etapa.

Clasificación 10ª etapa 1910.
1- Octave Lapize (Alcyon-Dunlop) 14 horas 10 minutos
2- Pierino Albini (Legnano) m.t.
3- François Faber (Alcyon-Dunlop) a 10´
4- Louis Trousselier (Alcyon-Dunlop) m.t.
5- François Lafourcade (independiente) m.t.
6- Charles Crupelandt (Le Globe) a 35´
7- Charles Cruchon (independiente) s 50´
8- Gustave Garrigou (Alcyon-Dunlop) a 56´
9- Cyrille Van Hauwaert (Alcyon-Dunlop) a 1 hora 20´
10- André Blaise (Alcyon-Dunlop) a 1 hora 21´

Clasificación general provisional.
1- François Faber (Alcyon-Dunlop) 36 puntos
2- Octave Lapize (Alcyon-Dunlop) 46 puntos
3- Cyrille Van Hauwaert (Alcyon-Dunlop) 73 puntos


Siete años más tarde, en un 14 de julio de 1917, día grande en Francia, el avión que pilota Lapize es derribado en Verdún por un par de biplanos alemanes y su piloto fallece en el accidente, contando con tan sólo 29 años de edad. El avión lucía un gallo y el número 4 de cuando su piloto ganó el Tour de Francia de 1910. A pesar de haber sido rechazado para el servicio militar por tener sordera, él se alistó voluntario para la I Guerra Mundial y al igual que sucedió con Petit-Breton y Faber, ganadores en 1907, 1908 y 1909, todos murieron en combate.


Saludos a todos!!

martes, 6 de diciembre de 2011

Chava Jiménez

En la tarde del 6 de diciembre de 2003, el mismo día que se cumplía un cuarto de siglo desde que se aprobase la Constitución, en el mundo del ciclismo corrían lagrimas. Cuando se acercaba el ocaso del día, se detenía el corazón de uno de los ciclistas más queridos del pelotón por el publico español. Ese corazón era el de José María Jiménez, "El Chava" Jiménez, con V, por favor, tal y como él pidió a los periodistas que se escribiese su sobrenombre.
 
Nació en el año 1971, en la la localidad del Barraco, donde siempre tuvo su residencia. Bajo la tutela de Eusebio Unzué y José Miguel Echávarri fue donde desarrolló toda su carrera deportiva, en la estructura del equipo Banesto.
 
Era un magnífico escalador, con cuya forma de correr y de comportarse sobre la bicicleta hizo que tuviera un hueco en el corazón de los aficionados. Sus espectaculares arrancadas, en las rampas más duras de los puertos, fueron las que quedaron en las retinas de ese público que siempre le esperaba en las cunetas de las carreteras, de la gente que esperaba su demarraje, que dejase descolgados a sus rivales.

Surgió, como otros muchos corredores, de la escuela de ciclismo "Ángel Arroyo", creada a raíz del triunfo en la Vuelta a España de este, creada por el padre de Carlos Sastre. Desde ahí promocionó a Banesto, por un acuerdo de colaboración mutuo.
 
Debutó en la subida al Naranco como profesional y desde su primer año dio muestras de su calidad y rozó los triunfos, aunque hasta 1994 no llegaron los primeros. Triunfos logrados, en contra de lo que hacía prever su cuerpo, en la alta montaña. Y es que su físico no estaba cortado por el patrón tradicional de los escaladores, de corredor pequeñito y de muy escaso peso. Él no. Él tenía más bien un físico de rodador, pero no rodaba. Tampoco contrarrelojeaba. Él solo subía. Esperaba a que la carretera se empinase, y era cuando comenzaba a lanzar sus ataques, todos hacia arriba. Corría para la afición. Y así fue como les llegaba al corazón. Pero no siempre estaba ahí. Su calidad era incuestionable, pero muchas veces cuando se le esperaba, ahí no estaba. Y otras era al contrario, si no se le esperaba, entonces aparecía. Su filosofía, si no puedo ganar, ni lo voy a intentar.

Participó en las tres grandes rondas por etapas del calendario ciclista. En el Giro lo hizo en dos ocasiones, pero no ganó. El mejor resultado que consiguió fue una segunda posición en una etapa del Giro 99, tras el pirata Pantani, en la etapa de L´Aquila. En el Tour participó hasta en cuatro ocasiones, sin obtener tampoco ninguna victoria de etapa, y al igual que sucedió en el Giro 99, en el Tour del año siguiente, fue su propio ídolo, el pirata Pantani, fue quien impidió que alzase los brazos victorioso en alguna cumbre, como la de Courchevel en que fue segundo tras él.
 
Pero fue en la Vuelta a España donde tuvo sus mejores actuaciones. Ahí si que llegaron las victorias de etapa, los maillots de la montaña, e incluso las clasificaciones generales. El idilio de Chava con esta carrera comenzó en el año 97, cuando consiguió su primera victoria en una grande, además de hacerse con el primero de los cuatro maillots de la montaña que consiguió en la prueba. Para la posteridad quedará la disputa que mantuvo con Olano por la general de la Vuelta del 98. En esa vuelta el Chava protagonizó su mejor participación en una gran vuelta por etapas, y fue durante varios días líder de la general. Pero la contrarreloj fue su tumba aquel año. Llegó como líder a la última etapa, una dura contrarreloj, pero no pudo defender su privilegiada posición, y fue adelantado en la general por el especialista y compañero de equipo Olano, y por Fernando Escartín.
 
Al año siguiente, ya sin Olano en Banesto por la lucha por el liderazgo del equipo, pudo conseguir la primera victoria en la meta del mítico puerto del Angliru, una etapa magnífica, con lluvia, y como toda la vida del Chava, rodeado de polémica.
 
En sus dos últimos años en activo tuvo luces y sombras. El año 2000 no fue especialmente bueno, pues en el Tour acabó lejos de la general y en la Vuelta se retiró. En ninguna de las dos consiguió victorias de etapa, además de unas declaraciones que hizo en la televisión de que no lo estaba pasando nada bien ese año. Pero al año siguiente en la Vuelta, en su Vuelta, volvió por sus fueros. Obtuvo hasta tres victorias de etapa y ganó los maillots de la regularidad y el de la montaña (el cuarto particular).

Y esas fueron sus últimas pedaladas como profesional. En ese invierno se dejó llevar por los placeres de la noche, por la fiesta, el alcohol, y la lujuria. Meses después intentó recuperar el tiempo perdido, con una dura preparación. Incluso llegó a hacer la concentración en Estepona con sus compañeros. Pero esa preparación fue contraproducente a largo plazo. A raíz de ahí se vio sumido en constantes depresiones. Su nombre siguió siendo asociado a la noche, y nadie había para ayudarle. Todos los que le daban palmas en la espalda en sus tiempos de bonanza y que estaban a su lado intentando sacarle lo que pudieran, habían desaparecido en estos malos momentos. Muy pocos intentaron o quisieron ayudarle.
 
Tras los malos efectos de esa preparación física llamó a su director, Unzué, para decirle que abandonaba, que colgaba la bicicleta. Simplemente se dedicó a vivir la vida... nocturna, sobre todo. Realizó 2 nuevos intentos para volver a coger la bici, yendo a 2 concentraciones con su equipo. La primera fue en la primavera de ese 2002, en Ávila. La segunda, a finales de año, en Gran Canaria. Pero su cabeza ya no era la de un ciclista. El se había acostumbrado ya a otro tipo de vida. Aun a pesar de eso, en mayo se casó con Azucena. Con ella pensaba formar una familia, pero no le dio tiempo a hacerlo.
 
Tras esos intentos de volver a correr que hizo, él se ofreció a correr de manera gratuita, simplemente como forma de agradecimiento a su equipo de siempre, y a su afición, y la invitación le fue declinada. Eso fue un golpe muy duro, desde ese momento ya, la depresión fue la mayor pendiente de su vida, y curiosamente en un escalador como él, la única que no superó.
 
Parece ser que estaba superando sus problemas en ese 2003, pero le llegó un terrible y mortal último golpe. Fue la Vuelta a España de ese año, en la que no participó al no tener equipo. Su prueba. No pudo, no fue capaz de verla por televisión.
 
Las últimas semanas de su vida las pasó ingresado en la Clínica San Miguel, para superar tanto su depresión como su adicción a las drogas. Pero ni una cosa ni la otra. Terminó muriendo entre la tarde y primera hora de la noche del 6 de Diciembre de 2003. Las causas parece ser que fueron por un ataque repentino al corazón. El mismo ataque que paralizó a todos sus seguidores. Pero ese ataque, directo al corazón, ya lo había sufrido hacía más de año y medio, justo cuando colgó la bicicleta. La prensa deportiva, simplemente lo señaló al día siguiente en un rincón de la portada de sus diarios.


“Mi hijo ha muerto como siempre vivió, al ataque y de repente”, fueron las palabras de la madre tras la muerte del ciclista del Barraco.

Se cumplen ahora 8 años de la muerte del Chava, desde que se le parase el corazón, no solo a él, sino también a gran parte de la afición española.



Saludos a todos!!