miércoles, 28 de diciembre de 2011

La marcha de Indurain

Aprovechando que el año está finalizando, puesto que estamos en los últimos días del mes de diciembre, y que con estos días finales parece que son el momento propicio para las despedidas, para recordar viejos y mejores momentos, creo que es el momento de mencionar uno de los recuerdos más tristes para el aficionado al ciclismo español. Ese recuerdo tan amargo para el ciclismo español no puede ser otro que la retirada del mayor campeón de su historia, Miguel Indurain.

El 20 de Septiembre del año 1996 se iba a disputar la etapa número 13 de la Vuelta a España de ese año. A priori se trataba de la etapa reina de esa edición, puesto que tenía final en los Lagos de Covadonga, y pasaba, pocos kilómetros antes, por el Alto Mirador del Fito, un puerto de categoría especial y un primera, respectivamente.
 
La jornada venía precedida por la sorpresa del día anterior, que terminaba con el primer contacto con la montaña de la Vuelta, el corto puerto del Naranco, de unos 5 kilómetros, puerto en el cual Indurain se dejó más de un minuto con respecto a todos los hombres importantes de la general. Nunca antes, hasta ese mismo año en Les Arcs, le había pasado algo similar. Algunos quisieron ver esa diferencia como un signo de que Miguel no se había adaptado bien del llano a la montaña. Pero para la gran mayoría, no fue un buen presagio de cara a la montaña importante de la Vuelta. Una montaña en esa Vuelta, por cierto, que era más bien insuficiente, de cara a conseguir la participación del pentacampeón en la carrera.

La etapa fue transcurriendo por los derroteros normales, hasta que un ataque en el Mirador de Tony Rominger supuso que el pelotón se fracturase en mil unidades. Fue en esos momentos cuando la cámara de cola de pelotón de TVE fue adelantando unidades, para ir viendo los cadáveres que había dejado el suizo con su movimiento, cuando de repente, y como sorpresa mayúscula de todo el mundo; prensa y aficionados, se vio descolgado a Indurain. No solo se había descolgado ante un simple demarraje, sino que además, estaba siendo adelantado por muchos otros ciclistas. Todos estos se quedaban sorprendidos al ver a quien adelantaban, y también muchos de ellos ofrecían su rueda al campeón. Pero este ignoraba a todos ellos.
 
Incluso Indurain rechazó la rueda de su compañero Marino Alonso, haciéndole un gesto de que se fuera, que no iba a pelear más. Miguel se había rendido, posiblemente porque su cuerpo había dicho basta por la bronquitis que venía arrastrando de días atrás, la cual le había dejado sin fuerzas.
 
En el Tour también se había visto a un Indurain que se descolgaba, pero que seguía luchando por no rendirse, pero ahora Miguel, no tenía capacidad ni de pelear.
 
Por delante Celestino coronaba en cabeza con poco menos de dos minutos sobre el reducido grupo principal. Pero la carrera ya no estaba ahí, la carrera era la lucha de Miguel por coronar el Fito. Esto lo hizo a más de cuatro minutos, acompañado por Herminio Díaz Zabala, con quien también bajó dicho puerto. Herminio no solo ofrecía su rueda al campeón (del que había sido compañero en Reynolds), sino que también trataba de convencerle para que siguiese adelante.
 
Pero la decisión estaba ya tomada y no había marcha atrás. Miguel se iba a retirar incluso antes de afrontar la subida a los Lagos. Se retiraría justo en el Hotel donde se hospedaba su equipo, el Banesto. Se retiraría en el Hotel Capitán, puesto que la carrera pasaba por la propia puerta del hotel. Miguel se echó al lado derecho de la carretera y puso pie a tierra. Tuvo que cruzar de nuevo la carretera, puesto que el hotel estaba al otro lado de la calzada, y con ello tuvo que atravesar un muro de fotógrafos, periodistas y motos, que inmortalizaban el momento.
Esos fueron los últimos metros de un hundido Miguel como ciclista.

La próxima semana, el lunes concretamente, se cumplirán tres lustros exactos desde que Miguel Indurain leyó el comunicado que copio a continuación. Un comunicado que ponía fin a numerosas especulaciones sobre el futuro del pentacampeón del Tour, bicampeón del Giro y campeón olímpico. No iba a renovar por el conjunto Banesto. Tampoco iba a cambiar sus colores por el amarillo de la ONCE. Simplemente, iba a anunciar su decisión de retirarse del ciclismo profesional, dejando tras de sí un legado enorme:

«Hoy, 2 de enero de 1997, quiero anunciar públicamente mi retirada del ciclismo profesional.

Esta ha sido una decisión larga y profundamente meditada. Como bien es sabido, he necesitado tres meses para poder tomarla.
Se ha hablado y se ha especulado mucho sobre el tema. Lo cierto es que me ha resultado tremendamente difícil decidirme puesto que físicamente estoy bien y pienso que todavía podría estar en condiciones de lograr el tan deseado sexto Tour.

Por otra parte, ya en los primeros meses de esta temporada empezó a rondarme la idea de que con el 96 había llegado la hora de dejarlo y dedicarme a otras facetas de mi vida; de hecho, así lo tenía planeado. Intenté ganar el Tour con todas mis fuerzas y no lo conseguí, pero gané la medalla de oro en Atlanta, lo que me parecía el broche ideal para mi carrera deportiva. Corrí la Vuelta a España y, muy a pesar mío, tuve que abandonar debido a una infección viral. Este hecho cambió mi visión de las cosas. No podía despedirme con un abandono.

En mi entorno me animaban a seguir, tenía que ganar el sexto Tour de Francia.
Así las cosas, cada día que pasaba me resultaba más difícil ver con claridad cuál era el mejor camino a seguir.

Llevo doce años en el ciclismo profesional, he corrido vueltas grandes, pequeñas, campeonatos nacionales, del mundo y hasta unas Olimpiadas. En estos años he tenido grandes satisfacciones por los triunfos logrados pero también me ha costado mucho esfuerzo y sacrificio el obtenerlos. Estar al máximo nivel exige mucho de uno mismo y cada año que pasa resulta más difícil conseguirlo.

Creo que ya le he dedicado el tiempo suficiente al ciclismo de competición y ahora deseo disfrutar de este deporte como afición. En definitiva, y tras meditarlo minuciosamente, pienso que he tomado la mejor decisión para mí y para mi familia. Ellos también me están esperando.

Finalmente, quiero aprovechar la ocasión para expresar mi más sincero agradecimiento a todos los medios de comunicación que con tanto interés habéis seguido toda mi carrera deportiva, a Banesto por su apoyo y, muy especialmente, a toda la afición que sigue este deporte con tanto entusiasmo.

Gracias por todo y hasta pronto».


Saludos a todos!!

martes, 20 de diciembre de 2011

Armstrong, Campeón del Mundo

El 29 de agosto del año 1993 se iba a disputar la LX edición del campeonato del mundo en ruta de ciclismo. Era otra época, en la que las pruebas de final de temporada se disputaban entre finales de agosto y los primeros días de septiembre, no como ahora, en que la Vuelta a España comienza precisamente entre esas fechas.
 
Antes de su gravísima enfermedad detectada en 1996, un jovencísimo deportista proveniente de Texas, Lance Armstrong, ya demostraba que no sólo era capaz de competir contra los mejores ciclistas del planeta, sino que además era capaz de derrotarlos. Si bien no era capaz de hacerlo en los puertos, puesto que no pudo finalizar ese año el Tour de Francia, si que podía hacerlo en su especialidad, las pruebas de un día.
 
El día en que se iba a disputar el campeonato del mundo de Oslo de 1993 este deportista, Armstrong, contaba con 21 primaveras, y su palmarés era muy exiguo, pues apenas adornaban su palmarés un par de pruebas importantes: una etapa del Tour de ese año, y el campeonato de los EEUU. Había más carreras, pero ninguna de ellas de relumbrón internacional.

El día se levanto lluvioso, y esta lluvia acompañó a los corredores durante todo el transcurso de la carrera. Las condiciones fueron muy complicadas para todos durante gran parte de la prueba, puesto que en ocasiones la lluvia cayó de forma torrencial, y eso le costó la participación y el ser ingresados incluso en el hospital a gente como Skibby o Moreno Argentin.

Las grandes selecciones, como España (con Indurain), Italia (con Chiappucci y especialmente Bugno) o la selección holandesa, fueron las selecciones que desde casi el comienzo de la prueba, llevaron todo el peso en el control de la carrera. Se fueron sucediendo los intentos de fuga durante las primeras vueltas, pero poco más de un minuto llegó a ser la renta de esos escasos valientes. Intentos que finalmente quedaban en nada.
 
En la décima vuelta se produjo un corte peligroso, en el que figuraban 14 hombre, con gente como Chiappucci o Giovannetti, pero que con los kilómetros consiguió ser reducida por el equipo español, dejándoles a solo un puñado de segundos. Un equipo, el español, que había apostado todas sus balas en un único corredor, Miguel Indurain. En la duodécima vuelta se retiraba el campeón en Benidorm, Gianni Bugno.

A partir de ese momento, con la retirada de Bugno, todo el peso del control de la prueba iba a corresponder a Indurain. El navarro asumió los galones que le correspondían y lanzó un imponente ataque, que sirvió para neutralizar a los fugados Chiappucci, Maessen y Rue. Poco después, otro puñado de corredores, entre ellos Riis, Mussew o Ludwig, se iban a unir a estos fugados e iban a marchar en armonía, impidiendo que les diesen caza más corredores.
 
Y fue tras más de 240 kilómetros disputados en la etapa cuando, disputándose ya la última vuelta, saltó de ese grupo delantero el juvenil de sus componentes, Armstrong, aquel corredor al que nadie o casi nadie conocía dentro del grupo. Cogió ventaja con respecto a sus hasta ese momento compañeros de fuga, pero esta ventaja jamás se encontró por encima del medio minuto, una renta en teoría insuficiente si los rivales se ponían de acuerdo en darle caza.
 
Pero en este grupo no se entendieron y con mucha tenacidad, consiguió mantener su escasa renta, y tras 6 horas, 17 minutos y 10 segundos de intenso esfuerzo, de pedalear y competir en un lluvioso día, Lance consiguió levantar los brazos para festejar su triunfo. Un triunfo que le llegaba siendo aún casi un niño. Y lo hacía con 19 segundos de ventaja con respecto a, nada menos, Indurain, Chiappucci, Riis o Mussew. El futuro era suyo, y su carrera no había hecho más que despegar, aunque todavía se tendría que encontrar con un contratiempo muy serio en su carrera hacia el éxito.

Por su parte, en la disputa por el segundo puesto, el sprint con el que Indurain bate a un excepcional finalizador como Ludwing es, sencillamente, impresionante. Un sprint largo que le permite ser al navarro segundo en el campeonato, y ascender un puesto con respecto a su actuación en el campeonato del año 91, quedándose a tan sólo un escalón del Arco Iris.




Saludos a todos!!

martes, 13 de diciembre de 2011

La locura de Lapize

Tras la conclusión del Tour de Francia del año 1909 con la victoria de François Faber, "del Gigante de Colombes" por sus 179 centímetros y 89 kilos de peso, quien dominó la competición de principio a fin de ese año, el director de la carrera y del periódico que la organizaba (L´Auto), Henri Desgrange quiso dar una vuelta de tuerca a su carrera. Pidió colaboración a su ayudante, el periodista Alphonse Steinès. Le pidió que buscase un trazado alternativo para darle viveza a la carrera y evitar de esta forma la monotonía que había tenido lugar en esa última edición.
 
Por aquel entonces, ni los Alpes ni los Pirineos habían podido ser transitados por la carrera, por lo que la presencia de puertos se limitaba únicamente al Macizo Central. Fue entonces cuando Steinès echó un ojo al sur de Francia, a los Pirineos, puesto que habían comprobado tanto él como Desgrange que cuando la carrera llegaba a pequeñas cotas, en estas el público era mucho más números en las cunetas de la carrera. Llegó entonces la propuesta de Steinès de cruzar los Pirineos, algo que no convenció a su jefe, quien le dijo que antes de incluirlos en la carrera, su subordinado debía cruzarlos y enviarle un telegrama confirmándole que los había cruzado.

En esos momentos, los Pirineos era un lugar que se encontraba deshabitado, cuyos caminos descarnados, en muchos casos eran incluso intransitables. Steinès, ante la propuesta de Desgrange, tenía que superar en coche, progresivamente el Peyresoure, el Aspin y finalmente debía llegar al coloso del Tourmalet, un puerto hasta ese momento que prácticamente no había sido transitado. Los dos primeros puertos fueron superados sin mayores inconvenientes, pero al llegar a pie de puerto del Tourmalet, en Sainte Marie de Campan, Steinès fue aconsejado en que no procediera a subirlo. Pero este no escuchó a la gente y se dispuso a superarlo. Alquiló un coche conducido por un conductor de la zona, lo que facilitaba su labor, y comenzaron la ascensión.
 
La subida estaba realizándose prácticamente sin problemas, más allá de las placas de nieve que había por el camino, hasta que al llegar a unos 12 kilómetros de la cumbre, el conductor dijo que no seguía, que se daba media vuelta, puesto que le era imposible avanzar más por la nieve que había en el camino. Steinès no quiso escucharle y se empeñó en acceder a la cumbre del puerto, pidiéndole que fuese a buscarle al otro lado de la ladera con el coche. Fue caminando hasta llegar a la cumbre, donde la nieve le cubría hasta más allá de las rodillas, cuando la noche se le había echado encima, con el peligro añadido, además del frio, de ser una zona acechada por lobos y por osos.
 
La tardanza en volver del periodista hizo que el chofer se inquietase y que procediese a dar aviso a los vecinos, quienes improvisaron una partida para encontrarle. Cerca de las 3 de la madrugada fue encontrado cerca de Barèges, que estaba en la otra falda de la ladera. Fue encontrado casi helado y desfallecido por el esfuerzo que había realizado.

Al día siguiente, cuando se recuperó de su intrépida aventura, Steinès envió un telegrama a Desgrange en el que decía algo así como: "Superado el Tourmalet. Ruta en buen estado. Perfectamente transitable". Ese fue el inicio de la locura del Tour, el comienzo de las etapas montañosas con los colosos de Pirineos y de Alpes, con diseños de auténticas etapas de locura por los organizadores.

Tan sólo un mes después, el 21 de julio, en el Tour de 1910 se iba a correr la primera etapa que transitaría por los Pirineos de la historia. Esa etapa arrancaría en Luchon y llegaría hasta Bayona, contando con un total de 326 kilómetros y subiendo los 3 puertos que atravesó Steinès meses atrás, a los que se añadiría el Aubisque una vez superados los 3 anteriores y una pequeño repecho al final, el Osquich.

Ese día la general comenzaba con el ganador del Tour anterior, Faber, como el líder de una general, la cual se definía por puntos, no por tiempos como actualmente. Segundo en la general era Lapize. Fue este último quien desató las hostilidades nada más comenzar a subir el primer puerto del día, el Peyresoure. Coronó el primero dicho puerto, al igual que sucedió con el Aspen. En ambas cimas iba acompañado por su compañero Garrigou, quien ganaría el Tour del año siguiente. Ambos corredores del equipo Alcyon comenzaron el ascenso del Tourmalet, pero en muchos tramos, debido a la dificultad de la ascensión, tienen que echar pie a tierra porque no pueden seguir avanzando. Fueron superados ambos por François Lafourcade, hecho que irritó sobremanera a Lapize. Coronó Lapize el Tourmalet a varios minutos de Lafourcade, cuando la ira se apoderó de él y al ver a un organizador de la carrera que controlaba el paso por la montaña, el corredor número 4 de la carrera le arrojó la bicicleta, le cogió de la chaqueta y le grito en plena cara "Asesinos, sois unos asesinos".

Por suerte para él, pudo recuperar los minutos de desventaja con Lafourcade y consiguió hacerse con la victoria de la primera etapa pirenaica de la historia. Tardó nada menos que 14 horas y 10 minutos en completar la etapa, pero su mal carácter no se había calmado por el esfuerzo, puesto que cuando cruzó la línea de meta repitió para todos aquellos que quisieron oírlo la frase de "Desgrange es un asesino". Tan sólo otros 9 corredores, de los 59 que tomaron la salida llegaron dentro del control del horario de la etapa.

Clasificación 10ª etapa 1910.
1- Octave Lapize (Alcyon-Dunlop) 14 horas 10 minutos
2- Pierino Albini (Legnano) m.t.
3- François Faber (Alcyon-Dunlop) a 10´
4- Louis Trousselier (Alcyon-Dunlop) m.t.
5- François Lafourcade (independiente) m.t.
6- Charles Crupelandt (Le Globe) a 35´
7- Charles Cruchon (independiente) s 50´
8- Gustave Garrigou (Alcyon-Dunlop) a 56´
9- Cyrille Van Hauwaert (Alcyon-Dunlop) a 1 hora 20´
10- André Blaise (Alcyon-Dunlop) a 1 hora 21´

Clasificación general provisional.
1- François Faber (Alcyon-Dunlop) 36 puntos
2- Octave Lapize (Alcyon-Dunlop) 46 puntos
3- Cyrille Van Hauwaert (Alcyon-Dunlop) 73 puntos


Siete años más tarde, en un 14 de julio de 1917, día grande en Francia, el avión que pilota Lapize es derribado en Verdún por un par de biplanos alemanes y su piloto fallece en el accidente, contando con tan sólo 29 años de edad. El avión lucía un gallo y el número 4 de cuando su piloto ganó el Tour de Francia de 1910. A pesar de haber sido rechazado para el servicio militar por tener sordera, él se alistó voluntario para la I Guerra Mundial y al igual que sucedió con Petit-Breton y Faber, ganadores en 1907, 1908 y 1909, todos murieron en combate.


Saludos a todos!!

martes, 6 de diciembre de 2011

Chava Jiménez

En la tarde del 6 de diciembre de 2003, el mismo día que se cumplía un cuarto de siglo desde que se aprobase la Constitución, en el mundo del ciclismo corrían lagrimas. Cuando se acercaba el ocaso del día, se detenía el corazón de uno de los ciclistas más queridos del pelotón por el publico español. Ese corazón era el de José María Jiménez, "El Chava" Jiménez, con V, por favor, tal y como él pidió a los periodistas que se escribiese su sobrenombre.
 
Nació en el año 1971, en la la localidad del Barraco, donde siempre tuvo su residencia. Bajo la tutela de Eusebio Unzué y José Miguel Echávarri fue donde desarrolló toda su carrera deportiva, en la estructura del equipo Banesto.
 
Era un magnífico escalador, con cuya forma de correr y de comportarse sobre la bicicleta hizo que tuviera un hueco en el corazón de los aficionados. Sus espectaculares arrancadas, en las rampas más duras de los puertos, fueron las que quedaron en las retinas de ese público que siempre le esperaba en las cunetas de las carreteras, de la gente que esperaba su demarraje, que dejase descolgados a sus rivales.

Surgió, como otros muchos corredores, de la escuela de ciclismo "Ángel Arroyo", creada a raíz del triunfo en la Vuelta a España de este, creada por el padre de Carlos Sastre. Desde ahí promocionó a Banesto, por un acuerdo de colaboración mutuo.
 
Debutó en la subida al Naranco como profesional y desde su primer año dio muestras de su calidad y rozó los triunfos, aunque hasta 1994 no llegaron los primeros. Triunfos logrados, en contra de lo que hacía prever su cuerpo, en la alta montaña. Y es que su físico no estaba cortado por el patrón tradicional de los escaladores, de corredor pequeñito y de muy escaso peso. Él no. Él tenía más bien un físico de rodador, pero no rodaba. Tampoco contrarrelojeaba. Él solo subía. Esperaba a que la carretera se empinase, y era cuando comenzaba a lanzar sus ataques, todos hacia arriba. Corría para la afición. Y así fue como les llegaba al corazón. Pero no siempre estaba ahí. Su calidad era incuestionable, pero muchas veces cuando se le esperaba, ahí no estaba. Y otras era al contrario, si no se le esperaba, entonces aparecía. Su filosofía, si no puedo ganar, ni lo voy a intentar.

Participó en las tres grandes rondas por etapas del calendario ciclista. En el Giro lo hizo en dos ocasiones, pero no ganó. El mejor resultado que consiguió fue una segunda posición en una etapa del Giro 99, tras el pirata Pantani, en la etapa de L´Aquila. En el Tour participó hasta en cuatro ocasiones, sin obtener tampoco ninguna victoria de etapa, y al igual que sucedió en el Giro 99, en el Tour del año siguiente, fue su propio ídolo, el pirata Pantani, fue quien impidió que alzase los brazos victorioso en alguna cumbre, como la de Courchevel en que fue segundo tras él.
 
Pero fue en la Vuelta a España donde tuvo sus mejores actuaciones. Ahí si que llegaron las victorias de etapa, los maillots de la montaña, e incluso las clasificaciones generales. El idilio de Chava con esta carrera comenzó en el año 97, cuando consiguió su primera victoria en una grande, además de hacerse con el primero de los cuatro maillots de la montaña que consiguió en la prueba. Para la posteridad quedará la disputa que mantuvo con Olano por la general de la Vuelta del 98. En esa vuelta el Chava protagonizó su mejor participación en una gran vuelta por etapas, y fue durante varios días líder de la general. Pero la contrarreloj fue su tumba aquel año. Llegó como líder a la última etapa, una dura contrarreloj, pero no pudo defender su privilegiada posición, y fue adelantado en la general por el especialista y compañero de equipo Olano, y por Fernando Escartín.
 
Al año siguiente, ya sin Olano en Banesto por la lucha por el liderazgo del equipo, pudo conseguir la primera victoria en la meta del mítico puerto del Angliru, una etapa magnífica, con lluvia, y como toda la vida del Chava, rodeado de polémica.
 
En sus dos últimos años en activo tuvo luces y sombras. El año 2000 no fue especialmente bueno, pues en el Tour acabó lejos de la general y en la Vuelta se retiró. En ninguna de las dos consiguió victorias de etapa, además de unas declaraciones que hizo en la televisión de que no lo estaba pasando nada bien ese año. Pero al año siguiente en la Vuelta, en su Vuelta, volvió por sus fueros. Obtuvo hasta tres victorias de etapa y ganó los maillots de la regularidad y el de la montaña (el cuarto particular).

Y esas fueron sus últimas pedaladas como profesional. En ese invierno se dejó llevar por los placeres de la noche, por la fiesta, el alcohol, y la lujuria. Meses después intentó recuperar el tiempo perdido, con una dura preparación. Incluso llegó a hacer la concentración en Estepona con sus compañeros. Pero esa preparación fue contraproducente a largo plazo. A raíz de ahí se vio sumido en constantes depresiones. Su nombre siguió siendo asociado a la noche, y nadie había para ayudarle. Todos los que le daban palmas en la espalda en sus tiempos de bonanza y que estaban a su lado intentando sacarle lo que pudieran, habían desaparecido en estos malos momentos. Muy pocos intentaron o quisieron ayudarle.
 
Tras los malos efectos de esa preparación física llamó a su director, Unzué, para decirle que abandonaba, que colgaba la bicicleta. Simplemente se dedicó a vivir la vida... nocturna, sobre todo. Realizó 2 nuevos intentos para volver a coger la bici, yendo a 2 concentraciones con su equipo. La primera fue en la primavera de ese 2002, en Ávila. La segunda, a finales de año, en Gran Canaria. Pero su cabeza ya no era la de un ciclista. El se había acostumbrado ya a otro tipo de vida. Aun a pesar de eso, en mayo se casó con Azucena. Con ella pensaba formar una familia, pero no le dio tiempo a hacerlo.
 
Tras esos intentos de volver a correr que hizo, él se ofreció a correr de manera gratuita, simplemente como forma de agradecimiento a su equipo de siempre, y a su afición, y la invitación le fue declinada. Eso fue un golpe muy duro, desde ese momento ya, la depresión fue la mayor pendiente de su vida, y curiosamente en un escalador como él, la única que no superó.
 
Parece ser que estaba superando sus problemas en ese 2003, pero le llegó un terrible y mortal último golpe. Fue la Vuelta a España de ese año, en la que no participó al no tener equipo. Su prueba. No pudo, no fue capaz de verla por televisión.
 
Las últimas semanas de su vida las pasó ingresado en la Clínica San Miguel, para superar tanto su depresión como su adicción a las drogas. Pero ni una cosa ni la otra. Terminó muriendo entre la tarde y primera hora de la noche del 6 de Diciembre de 2003. Las causas parece ser que fueron por un ataque repentino al corazón. El mismo ataque que paralizó a todos sus seguidores. Pero ese ataque, directo al corazón, ya lo había sufrido hacía más de año y medio, justo cuando colgó la bicicleta. La prensa deportiva, simplemente lo señaló al día siguiente en un rincón de la portada de sus diarios.


“Mi hijo ha muerto como siempre vivió, al ataque y de repente”, fueron las palabras de la madre tras la muerte del ciclista del Barraco.

Se cumplen ahora 8 años de la muerte del Chava, desde que se le parase el corazón, no solo a él, sino también a gran parte de la afición española.



Saludos a todos!!

martes, 29 de noviembre de 2011

Wolfgang y su carrera contra la Stasi

Wolgang Lötzsch fue un ciclista de la República Democrática de Alemania (RDA), nacido en 1952 en Chemnitz. Desde muy joven demostró que tenía unas grandes aptitudes sobre la bicicleta, hubiera sido, sin ninguna duda, la gran estrella de los 70 de su país. Cuando contaba con tan sólo 17 años ya era uno de los señalados por la prensa especializada. El sueño, el techo que podía tocar en la extinta RDA era participar en los Juegos Olímpicos y en la Carrera de la Paz, que era lo más parecido al Tour en los países del otro lado del Muro de Berlín, los países socialistas.
 
En 1972, cuando apenas llegaba a los 19 años de edad, su país quería llevarle a los Juegos Olímpicos de Münich, el rival por antonomasia de su país, y su país vio en él una oportunidad única de conseguir una medalla al otro lado del muro. Para ello, solo debía pasar a formar parte de la selección nacional. Eso no era más que un mero trámite para la Administración. Pero un estúpido error marcó para siempre su carrera, la cual a partir de entonces fue una pendiente sin final.

Fue convocado por su actual equipo, el Karl Marx-Stadt a una reunión a finales del año 71. Fue acompañado por su padre. En esa reunión se le sugirió que debía afiliarse al Partido de Unidad Socialista de Alemania. Su padre sugiere que solo quiere hacer deporte, nada de política. Los miembros de su equipo intentaron chantajearle, preguntándole que quería más, si a su padre o al socialismo. Muy ingenuamente Wolfgang respondió que estaba de acuerdo con su padre, que había cosas que no le gustaban de su país.
 
Por supuesto la respuesta por parte de las autoridades no se hizo de rogar, y no fue nada satisfactorias par la estrella de la RDA. A los pocos días fue expulsado de su club, con lo que se le cerraba cualquier puerta para el profesionalismo, además de los triunfos a los que aspiraba (JJOO, Carrera de la Paz). Pero realmente no lo consiguieron, porque consiguió entrar en la liguilla de empresas. Allí ganó todas las carreras en las que participó. Corría solo y sin ningún tipo de ayuda, pero su orgullo y su amor por la bicicleta le permitían exprimirse más que el resto y rendir más.

Ganando y ganando se ganó el derecho a participar en las competiciones nacionales, por lo que podía pelear por correr por el campeonato del mundo. Siguió consiguiendo victorias y más victorias, y con ellas se fue haciendo un hueco en la afición, gracias a las dificultades que tenía que solventar, puesto que corría con lastres con respecto al resto de corredores. Pero seguía ganando, enfrentándose así al régimen.
 
Pero no podía permitirle su gobierno el correr el Mundial. Y para ello no hicieron sino cambiar, de nuevo, las normas, para lastrarle de nuevo con respecto a los demás competidores y facilitar así que asistiese otro corredor al Mundial. Eso no hizo sino aumentar las ganas y competitividad de Lötzsch.

El gobierno finalmente decretó que todos los corredores debían correr contra Lötzsch. Se prohibió que los demás corredores hablasen con él, incluso. Tal era el odio que se le tenía desde el régimen, que se llegó a expulsar a un miembro de la selección por estrecharle la mano. Y Lötzsch seguía ganando. Hasta tal punto estaban desesperados en el régimen que una nueva norma obligaba a partir con 5 minutos de retraso con respecto a todo el pelotón al tomar la salida. Y tampoco le importaba, los alcanzaba y los derrotaba a todos. Y con él estaba la afición, lo cual también contravenía al régimen.

Aún así, esos no habían sido sus peores momentos. En 1975 tuvo una grave caída en carrera. Quedó tendido en el suelo y todos y cada uno de los vehículos y ciclistas pasaron de largo. Aún viendo como su cráneo estaba abierto y sangrando. Finalmente el último vehículo se detuvo a ayudarle y le llevó a un hospital, donde estuvo varias semanas en coma. Con ello mucha gente atisbaba el final de su carrera deportiva. Y también se equivocaron. Pero si ya antes lo había tenido difícil, a partir de ahora aún más, si cabe. Se le prohibió participar en cualquier carrera, que parecía la única forma de evitar sus triunfos.

Fue entonces cuando la Stasi se puso manos a la obra e inició un mecanismo de presión y espionaje. La principal trampa que le tendieron tuvo lugar en 1976. Ese año intentó huir al otro lado del muro. Lo intentó por los medios legales, pidiendo permisos, y viendo como se los rechazaban. Tras soportar varias negativas, un agente infiltrado de la Stasi intentó convencerle que podría ayudarle a huir, de forma ilegal. Por su propia suerte, no cayó en la trampa.
 
Pero la situación, como no, podía tornarse a peor. Se entrevistó con un periodista del Süddeutsche Zeitung, un periódico de la Alemania Occidental, a quien narró la historia de su vida, para que la gente lo conociera. La Stasi le detuvo y cuando le interrogaban, Lötzsch estalló y contó su descontento con las autoridades y la situación política que vivía el país.
 
El castigo fueron 10 meses de prisión, en una celda ridícula, de apenas 8 metros cuadrados y carente de ventanas. Sólo podía hacer ejercicio entre esas 4 paredes. Un total de 400 flexiones y 3000 abdominales diarios, simplemente para mantener su forma física.
 
En 1977 sale de la cárcel, pero es un enemigo del Estado, por lo que sufre detenciones periódicas. Todo siguió igual, hasta que un día, harto, decidió combatir al régimen con sus mismas armas. Acepta afiliarse al partido, retira su petición de permiso para salir del país, finge haberse reformado. Sólo tiene un objetivo: el gran regreso.

Finalmente su gran día llegó en 1983, a los 30 años. 128 corredores toman la salida en la 77ª edición de la Vuelta a Berlín. Los mejores del país, Olaf Ludwig, Uwe Ampler... y Wolfgang Lötzsch. Solo, sin equipo. La única oportunidad que tiene es fugarse. Se escapa casi de inicio, en el kilómetro 50. Quedan nada menos que 150 por delante. Lötzsch gana. Llega en solitario a meta, siendo aclamado por centenares de personas que han ido a la carretera al oír de su fuga por la radio. Llega con nada menos que 8 minutos y medio sobre el pelotón. Definitivamente la Stasi decide rendirse. "Lötzsch nos ha obligado a respetarle", admite el oficial que con más saña le persiguió.


Wolfgang Lötzsch sólo conoció los detalles de su carrera destruida cuando tras la caída del muro pudo leer los documentos de la Operación Radio de bicicleta, una de las más amplias de los servicios secretos en el terreno deportivo, 2.000 páginas, una guerra contra un enemigo que no existió en realidad. Lo que descubre es más duro de tragar que cualquier suspensión. Toda la gente informó de sus actividades, incluidos sus vecinos y sus amigos. Todos le espiaron. Fue un shock descubrirlo según reconoce él mismo. Ninguno de ellos, ninguna de esas personas, a las que aún sigue viendo a diario en Chemnitz, le ha pedido disculpas, ni le han dado una simple explicación.

"No soy una persona que quiera revancha, sólo quiero que mi historia no se olvide".



Saludos a todos!!

martes, 22 de noviembre de 2011

Roubaix 1996

El día que se celebraba el 65 aniversario de la proclamación de la II República en España se iba a diputar, a más de 1000 kilómetros de distancia de la Península, la edición centenaria de la clásica París-Roubaix, la de 1996. Ese 14 de abril, 184 valientes optaron por tomar la salida en la carrera más dura que existe, hablando de pruebas de un sólo día.
 
En la etapa se fueron sucediendo los habituales ataques que tienen lugar en los primeros kilómetros, mucho antes de comenzar las verdaderas dificultades sobre el adoquín. Se fueron formando varios grupos, alguno de ellos con gente de la categoría de Museew, Peeters o Zabel. Pero llegaron todos los ciclistas agrupados, casi un centenar de ellos, al mítico bosque de Arenberg. Unos pocos kilómetros más adelante, se caía uno de los grandes favoritos a la victoria final, Olaf Ludwig, y se formaba un grupo delantero de 20 unidades. En ese grupo iba nada menos que gente del nivel de Baldato, Hincapie, Ekimov, Zanini y nada menos que 5 Mapei; Ballerini, Bortolami, Leysen, Museeuw y Tafí.
 
Entre los sectores 11 y 12, el tristemente fallecido seleccionador italiano, Ballerini, pinchó nada menos que en tres ocasiones, perdiendo contacto con el grupo y con ello cualquier opción al triunfo, a pesar de que en los dos primeros pinchazos reenganchó con el grupo, con el tercero ya no pudo hacerlo.

La mala suerte de Ballerini quiso que uno de esos pinchazos se produjeran justo cuando sus compañeros de equipo se ponían al frente del grupo, para abrir una pequeña brecha y conseguir escaparse. Aún así, no iba a ser todo tan fácil para el conjunto Mapei. Johan Museew sufría un pinchazo en el tramo 10 de adoquín (los tramos se numeran en orden decreciente), a unos 70 kilómetros para llegar a meta. Por fortuna para los 3 Mapei cabeceros (Museew, Tafi y Bortolami), el grupo perseguidor viajaba aproximadamente a un minuto de diferencia, y entre ellos se encontraba un Ballerini que no estaba realizando el menor esfuerzo por contactar con sus compañeros de equipo. Para los 3 primeros corredores, se trataba lo que faltaba de etapa de una contra reloj por equipos en los 60 kilómetros que quedaban.
 
Por detrás, en el grupo, a unos 40 de meta, sufría un percance Tchmil, mientras que Zanini y Ballerini se ponían de acuerdo y comenzaban a relevarse para alcanzar al grupo delantero, hasta que en el kilómetro 235 el coche del Mapei bajó hasta el italiano, para pedirle que no entrase al relevo y pusiera en peligro el triunfo de sus compañeros, puesto que se habían llegado a poner a menos de un minuto de la cabeza.
 
A tan sólo 8 kilómetros de meta Museew volvió a pinchar la rueda, y sorprendentemente sus compañeros de fuga le esperaron. El triunfo de ese grupo no corría peligro, por eso le esperaron. También el director del equipo, Lefevre, ya había decidido unos kilómetros antes el orden por el que entrarían en meta, y se lo había comunicado a sus corredores.
 
Los corredores llegaron al Velódromo de Roubaix y se dieron una vuelta de honor al mismo, antes de cruzar la línea de meta encabezados por Museew, el ganador final, seguido de Bartolami y Tafi, respectivamente. Habían cubierto el recorrido en un tiempo total de 6 horas y 5 minutos exactos, y en ese tiempo habían entrado en la leyenda, con un triplete histórico.
 
Pero todavía podían hacer más grande la leyenda del equipo, pues Ballerini peleaba por ser 4º de la etapa. Finalmente no pudo ser y finalizó 5º en el sprint con Zanini (llegaron a 2´38´´). Un sprint muy feo por parte de Ballerini, ya que intentó cerrar y metió el codo a Zanini, siendo consciente que era inferior al corredor del Gewiss.

El equipo Mapei es el mejor equipo de la historia en el calendario de primavera, y no lo demostró solo en esta ocasión, sino que también lo demostraría, por ejemplo, tan sólo dos años después, en 1998, y sobre el mismo escenario.


Saludos a todos!!

martes, 15 de noviembre de 2011

El día de la Bestia II

Iban a afrontar los ciclistas en el 24 de septiembre del 99 la última oportunidad de desbancar a Jan Ullrich del liderato de la Vuelta a España, puesto que la CRI del día siguiente le era totalmente favorable. En la etapa se iba a afrontar el encadenado de Serranillos-Navalmoral, terminando la misma en Ávila.
 
Los equipos españoles querían aislar a Ullrich de sus escasos aliados que tenía, pero visto el deslumbrante rendimiento de Frank Vandenbroucke, se antojaba imposible el poder dejarle de rueda a este y de obligar a Ullrich a que aparezca él mismo. No hay que olvidar que Igor González de Galdeano era 2º de la general, a tan sólo medio minuto del alemán. Heras por su parte era 3º, a algo más de 2 minutos del líder, seguido de cerca por el Chava, a 3 minutos en la general.

La carrera fue tranquila para el pelotón de los favoritos durante muchos kilómetros, hasta la subida a San Bernardo. Allí el Telekom neutralizó a un grupo intermedio que se había escapado, entre los que se encontraba Chente, pero sin más peligro para la general. Pero nada más neutralizarlos, lanzó un sorprendente ataque Roberto Heras. Ese ataque no pudo ser respondido por nadie, y para desgracia de Jan, eliminó a sus compañeros de la cabeza de carrera. Tuvieron que ser los Cofidis, con Lelli a la cabeza, quienes neutralizasen a Heras. Esa fue la última de las emociones que se vivió en San Bernardo, ya que nadie más ataco tras ser neutralizado el bejarano.

Llegaron de esta forma al puerto de Navalmoral, y es ahí donde comenzó el show de Vandenbroucke. A mitad de puerto no queda ningún Telekom que ayudar a Ullrich, y debido a las alianzas, son los Cofidis los que le echarán una mano, personificándose en la persona del joven belga. Iba a ayudar al líder de la carrera, pero lo iba a hacer a su manera, cuando aún quedaba medio puerto por subirse.
En tan solo un kilómetro, redujo un pelotón de 60 unidades a 13, cogiendo a los fugados, que marchaban con un minuto de ventaja. Con ese ritmo era imposible atacar, especialmente por parte de Heras, que era el hombre más peligroso para la general.
 
Iban los ahora 7 corredores que quedaban en cabeza sufriendo por seguir a un Vandenbroucke que iba sin despeinarse, y es que en esos momento era, sin dudarlo, el hombre más fuerte de la carrera. Para más inri, realizó unos últimos 500 metros sublimes al puerto, coronando en solitario el mismo, con 9 segundos de ventaja con Ullrich, Piepoli, Heras e Igor, tras un pique que tuvo con el corredor italiano, quien osó intentar atacarle.
 
Vandenbroucke había pactado una ayuda con Jan, a cambio de que este le ayudase en el Mundial, pero la ayuda había sido a su manera, es decir, humillando a todos, y dejando claro que era él quien mandaba en el pelotón. ¡¡La subida a Navalmoral, sencillamente, sensacional!!

Tras el descenso, Vandenbroucke esperó al grupo con el que casi coronó Navalmoral, y juntos los 8 llegaron a pie de las Murallas de Ávila.
 
Fue a menos de dos kilómetros a meta cuando atacó el corredor de la ONCE Mikel Zarrabeitia, el cual era el más fresco de los que iban en el grupo, puesto que era el único que no se jugaba nada, o bien que no había trabajado en la etapa. La única persona que salió a su rueda, quién si no, Vandenbroucke. Le coge rueda e inmediatamente le deja, literalmente, tirado como a una colilla. Igual que al resto de los compañeros que hasta entonces iban juntos. El dorsal 21, tras adelantar a Mikel, se marca unos 300 metros de un sprint impresionante, agarrado a la parte baja del manillar.
 
Mientras sus compañeros iban en bici, el parecía que marchaba en moto. Tal fue su exhibición que habiendo realizado su contra-ataque a menos de 2 kilómetros a meta, los últimos 900 metros de la etapa los pasó celebrándolos. Y aún así, el 2º corredor de la etapa llegó a nada menos que 13 segundos y otros 6 segundos más al pelotón de favoritos.

Vandenbroucke se había desatado en esta etapa, había protagonizado "El día de la Bestia". Una exhibición brutal, de las que hacía tiempo que no se habían visto. Y su exhibición no se había limitado a los últimos 2 kilómetros, sino que desde que faltaban 30 kilómetros para llegar a meta se había puesto al frente del pelotón.


Aquí ese mítico final de la etapa de Ávila:

jueves, 3 de noviembre de 2011

Agarrado al rosa del Giro

La próxima edición del Giro de Italia tendrá como final de la penúltima etapa el temido Stelvio, que se coronará después de 218 kilómetros que llevarán a los ciclistas por las cimas del Tonale, Aprica y Mortirolo, entre otras dificultades. Al día siguiente, para decidir la general si no lo está ya, crono final en Milán de 31,5 kilómetros.

Hace nada menos que 36 años, un Giro de Italia sin los grandes favoritos, Merckx y Moser, finalizaba con una etapa durísima y cuyo final sería el Stelvio. Tal y como sucederá en la próxima edición, pero sin la CRI del día siguiente. Era todo o nada aquel 26 de mayo de 1975. Aquel día se respiraba tensión en el ambiente, algo normal, teniendo en cuenta que era el último día de la carrera y no había nada decidido. Es que en la general el líder Bertoglio y Galdós están separados únicamente por 41 segundos. ¡¡Ni la clasificación por la montaña está decidida!!

Hubo calma tensa en la etapa hasta los últimos 25 kilómetros, en los que tras pasar Prato allo Stelvio comienza la larguísima subida al puerto. Es tras pasar Gomagoi, en los últimos 18 kilómetros, los más duros, cuando se produce el esperado ataque de Galdós. A Baronchelli el ataque le pilló cruzado, víctima de un pajarón final que le fuera de opción de podio, y también a Gimondi. Pero la intención de Galdós de dejar atrás a Bertoglio no la consigue llevar a buen puerto, ni siquiera deja atrás a Perletto y Panizza.
 
De esta forma se queda un cuarteto en cabeza, del que tira siempre el vitoriano, Galdós, hasta que Panizza, víctima de un problema mecánico, deja el grupo cabecero. Cuando quedan tan sólo 6 kilómetros a meta Galdós fuerza el ritmo y lo que a Perletto le cuesta abandonar el terceto.
 
Ahora ya es un mano a mano entre los dos primeros, pero es insuficiente para el líder del Kas, puesto que metro a metro el italiano parece una continuación de su bicicleta. Cinco, cuatro, tres kilómetros a meta... los kilómetros pasan rápidamente para el español, que no consigue quitarse de su rueda a la maglia rosa. Cuando llegan al último kilómetro, Galdós sabe que la carrera ya no va a ser para él, por lo que se centra en ganar la etapa. No le supone eso ningún problema, puesto que el sorprendente líder italiano cede unos metros al entrar en meta celebrando su triunfo, el que tanto esfuerzo le ha costado.

A Galdós le queda el consuelo de haber ganado la etapa reina de la prueba, de haber vencido en el mítico Stelvio, y gracias a esa victoria y los 200 puntos que obtiene por vencer en la cima, consigue igualar a su compañero Oliva en la disputa del maillot de la montaña. Pero se ha quedado en el segundo escalón del pódium, a tan sólo 41 segundos de la victoria, una victoria que unas etapas antes parecía que podía ser suya. La gloría se le había escapado de las manos por un puñado de segundos.
 
Saludos a todos!!

martes, 1 de noviembre de 2011

Indurain sufre en Oropa

El Giro d´Italia del año 93 estaba finalizando. El 12 de Junio se iba a disputar su 20ª y penúltima etapa, la última de competición real, con final en el Santuario de Oropa. El día anterior se había disputado la larguísima cronoescalada a Sestriere, que había dejado la general con un inquietante Ugrumov a poco más de un minuto y medio del líder, Miguel Indurain. Esa última etapa real, iba a terminar con la subida al Santuario de Oropa, la cual constaba de 10 kms al 7´1% que incluía zonas de gran pendiente alternadas por falsos llanos. Es decir, que no era una subida que le favoreciese a Miguel.

Delante del grupo del líder, al comenzar esa última subida, marchaba una fuga formada por Ghirotto, Giovannetti, Madouas y Rondón, la cual se jugaría la victoria de etapa con victoria final para el primero de estos, y llegando por detrás los miembros del equipo Mecair, que reventaron la carrera desde abajo.
 
Tras una primera aceleración de Bottaro, fue Moreno Argentin quien se puso a trabajar, para dejar el pelotón reducido a tan sólo el propio Argentin y Ugrumov (Mecair), Indurain (Banesto), Chiappucci y Roche (Carrera) y Tonkov (Lampre). El resto había sido eliminado de la carrera. Incluido Lelli, que se jugaba ser tercero final, puesto con el que peleaba Chiappucci, que quedó eliminado de toda posibilidad de lucha.

A 6 kilómetros para la meta, cuando circulaban por las rampas más duras, el letón Ugrumov lanzó un primer ataque. Indurain salió directo a pegarse a su rueda. El letón estaba crecido y lanzó un segundo ataque, al que Miguel tuvo que hacer un esfuerzo extra y volcarse sobre el manillar para no permitir que el letón se le escapase. Incluso llegó a ponerse en paralelo con el letón para intentar hacerle creer que era invulnerable sus intentos. Pero Ugrumov no tuvo dudas. Un tercer ataque e Indurain no tuvo respuesta posible.

Ugrumov, el veterano de 32 años en el que nadie creía, tenía entregado a Indurain. Faltaban tan sólo 5 kilómetros y el Gigante de Villaba era sobrepasado por el tercero de la general, Chiappucci, y también por Argentin y Roche. Podía sonar la campanada. Pero con mucha sangre fría Indurain sacó la calculadora, ya que sabía que el letón debía remontar nada menos que 1´34" y que a sólo 5 a meta no podría hacerlo, salvo que Miguel sufriese una pájara brutal. Por lo que tranquilamente cogió su mejor ritmo, e incluso permitió a Tonkov cogerle, y de esta forma evitar perder in extremis el perder el Giro.

Como ya se ha dicho, los 4 de la fuga conseguían la victoria de etapa, encabezados por Massimo Ghirotto. Tras ellos, llegaba el letón Ugrumov, a 1´52", siendo 5º en la etapa, seguido por Roche a 1´56", Argentin a 2´01". El tercero de la general, Chiappucci llegaba a 2´22". Tonkov quien había ido los últimos kilómetros con Indurain, llegaba a 2´25" adelantando por tan solo 3 segundos a Indurain quien llegaba a 2´28" del ganador.

Más atrás llegó Lelli, el cual había perdido su duelo por el cajón del pódium con el Diablo al llegar con más de medio minuto de retraso con respecto a él. Ugrumov había tenido al campeón y líder Indurain contra las cuerdas, pero éste supo sufrir y consiguió mantenerse en pie en el último asalto, el más importante de todos. El campeón ganaría aquel Giro por tan solo 58 segundos. De esta forma Miguel defendía con victoria el título conseguido el año anterior, con la victoria más sufrida (en diferencia de tiempo) de todas las que consiguió en su trayectoria en las grandes vueltas.

Tras ese Giro, no volvieron a significar amenaza ninguna por la general ni Chiappucci, ni el gran campeón Bugno y el otro campeón de la carrera, Chioccioli, pero significó la aparición del famoso Gewiss de Bombini, del que tanto se hablaría en los 3 siguientes años, y en él haría su explosión al año siguiente un soviético rubio, de 23 años, que ese año había terminado en el puesto 90 de la general de la carrera, a casi 2 horas y media del navarro. Ese joven soviético no era otro que Evgeni Berzin.


Saludos a todos!!

martes, 25 de octubre de 2011

Como perder una Vuelta

El 11 de mayo del año 85 se iba a correr la penúltima etapa de una apasionante 40ª Vuelta ciclista a España. Esa edición tenía, hasta el momento, un nombre propio único. Ese nombre unánime para todos era el del británico Robert Millar, del equipo Peugeot. Era el líder de la general, con un puñado de segundos sobre el colombiano Francisco Rodriguez y el tercero en discordia era el español Peio Ruiz Cabestani, del equipo Gin MG-Orbea.
 
En dicho equipo también corría un, por aquel entonces, joven Perico Delgado, quien estaba muy alejado en la general, a 6 minutos y 13 segundos del jersey amarillo, Millar. Esa penúltima etapa era, a priori, una mera etapa de transición, previa al día de finalización de la Vuelta por las calles de Salamanca. Digo que se preveía una etapa tranquila porque el colombiano Rodriguez no parecía que fuese a presentar batalla, y el resto de aspirantes al amarillo se encontraban bastante más alejados en la general.

Ese día la etapa comenzó subiendo el puerto de la Morcuera, sin mucho que contar, salvo que el soviético Osipov pasó el puerto destacado en cabeza. Sin embargo, poco después comenzaron una serie de hechos que hicieron que la carrera se le torciese a Millar. Rompió un radio de su bicicleta antes de Cotos Osipov, y en pocos kilómetros el Kelme Recio le superó en cabeza. Pincha la rueda Millar, y en ese momento le ataca Peio, secundado por otro corredor. Eso obliga a Millar a quemar al último compañero que le queda en el grupo, Pascal Simon, dejándole a partir de ahora en solitario para defenderse durante toda la etapa.
 
Perico, como siempre, suelta su ataque, al que salta también Belda. Tanto Millar como Rodriguez consiguen coronar muy cerca de este grupo que había saltado, pero en ese momento, Delgado decide atacar de nuevo, esta vez, hacia abajo. Pocos kilómetros más adelante, este consigue contactar con Recio, y como ven que la alianza puede ser buena, deciden colaborar desde un principio.

A pie del puerto de los Leones, la diferencia del dueto cabecero era de aproximadamente un minuto sobre el líder y su pelotón. Todo estaba bajo control... hasta que comenzó la subida al puerto, el último de la etapa.
 
Al comenzar dicha subida los dos Skill se marchan hacia delante, tanto Caritoux como Kelly. Parecía un detalle sin importancia, pero si al final de la etapa hubieran estado al lado de Millar, este podría haber contado con su ayuda, pero claro, en el momento en que se fueron, Millar solo vigilaba a Pacho Rodriguez y a Peio, sus rivales en la general.
 
Pasa el dueto cabecero a toda velocidad por la cima, mientras que el grupeto de Millar pasa a un ritmo bastante más lento. Las imágenes del descenso, visto el resultado final, resultan cómicas; Millar da palmaditas de consuelo a Pacho y a Peio, creyéndose el ganador de la carrera (minuto 3´50´´ aproximadamente). Unos kilómetros más adelante, en el paso por Los Ángeles de San Rafael, la ventaja de la que gozan los dos fugados es de unos 5´30´´, aumentándola todavía aún más en los siguientes kilómetros.
 
Por supuesto, Peio sabía como estaba poniéndose la situación, pero no sería él quien informase a Millar, a quien debía informar Pierre Roland, su director de equipo. La diferencia había subido hasta los 6 minutos, y ahora era Millar quien debía tomar las riendas en la persecución, puesto que no le va a ayudar nadie en el relevo, y si lo hace alguien, este estará muy castigado como para tirar a un ritmo adecuado, mientras que tanto Perico como Recio van relevando a tope en cabeza de carrera.

El final, un auténtico drama para Millar. En la meta de Segovia, obtiene la victoria Recio, con unos metros de ventaja sobre un fundido Delgado. La afición espera ansiosa que pasen los minutos, puesto que han llegado los ecos de la actuación en la etapa de su paisano y desean poder cantar su victoria.
 
El siguiente grupo que hace su aparición en la línea de meta es el grupo de Kelly, que lo hace a unos 3 minutos del ganador. Ay si Millar se hubiera preocupado un poquito más de los del Skill y no tanto en vigilar a los miembros que compartían pódium con él en ese momento.
 
Finalmente hace su aparición en meta el grupo de un bloqueado, mentalmente hablando, Millar, que ha visto como lo tenía todo, y por ello daba palmadas de suficiencia a sus rivales tras el último puerto, a no tener nada, haberlo perdido todo por no haber sido oportunamente informado por su director, y por qué no decirlo, por una coalición española antibritánica. Tanto Orbea como Kelme se habían alineado, pero otros equipos como Fagor o Zor, no movieron un dedo más de lo necesario por ayudar al escocés.
 
En línea de meta, Roland no tiene forma de calmar a su corredor, quien llora desconsolado por lo que acaba de perder. 36 míseros segundos serán los que le separen finalmente de la victoria, y le otorguen a Perico su primera victoria en una gran general. Al día siguiente, ya no hubo nada que hacer, y Millar no tuvo forma de enmendar su error del penúltimo día de la carrera.


Perico narra su propia victoria en la general:



Saludos a todos!!

martes, 18 de octubre de 2011

El despiste de Perico

El primero de Julio del año 1989, el mismo año de la caída del Muro de Berlín, comenzaba la 76ª edición del Tour de Francia. Ese año tomaban la salida nada menos que 4 corredores que habían sido campeones de la carrera.
 
Cronológicamente, por antigüedad de ganadores, el primero de esos corredores era el francés Laurent Fignon, ganador de las ediciones de 1983 y 1984. Único bicampeón en la salida de la carrera. El ganador de 1985 fue Hinault, corredor que se retiró al finalizar la temporada siguiente, tras ayudar a su compañero de equipo, Greg Lemond a ganar el Tour de 1986. Lemond era, por lo tanto, el segundo corredor en activo campeón de la carrera.
 
En 1987 el ganador fue el irlandés Stephen Roche, que le ganó el Tour a Perico Delgado, tras un mano a mano impresionante de ambos, culminado por la gran última CRI del corredor irlandés, en la que superó a Perico por tan solo 40 segundos en la general final. El último de esos campeones aún en activo era el propio Perico, quien en su año victorioso, 1988, se mostró intratable durante la carrera, venciendo por más de 7 minutos a Rooks, aunque a punto estuvo de no poder celebrar el triunfo por un problema con una sustancia dopante. Por fortuna suya, el problema se solventó con la AMA y pudo saborear su merecida victoria.

De todos estos ganadores, Lemond era una auténtica incógnita, no por le hecho de pertenecer a un equipo de medio pelo, el ADR, sino porque meses después de ganar el Tour del 86, sufrió un grave accidente de caza, provocado por su cuñado, quien accidentalmente le disparó. Esto le dejó gravemente herido durante las dos siguientes temporadas, y además, con restos de plomo en el cuerpo, que posteriormente le obligaron a retirarse de la práctica profesional, además de hacer disminuir su rendimiento deportivo.
 
Fignon era doble campeón, pero en los años siguientes había vivido su propio vía crucis particular, con multitud de lesiones y bajo rendimiento. Roche era un gran campeón, como demostró en la temporada 89, pero ahora mismo no era un favorito de primera línea. Por último, estaba Perico Delgado, el gran favorito a priori, recordando el Tour de la temporada anterior.

Con esa situación se llegaba a la salida de este Tour, cuyas primeras 5 etapas no iban a finalizar en territorio galo. La primera etapa sería la tradicional etapa prólogo, que constaría de una CRI por las calles de Luxemburgo, de tan solo 7.8 kilómetros. A dicho prólogo, tenía el privilegio de salir a competir el último el ganador de la edición anterior, Perico, además de salir a la competición luciendo el maillot amarillo que consiguió en la temporada anterior, y por supuesto, de lucir el ansiado dorsal número 1.
 
Como la etapa era corta, pues eran menos de 8 km., los corredores salían a rodar por las calles cercanas a la disputa de la prueba, para calentar bien para la disputa de una actividad intensa durante poco tiempo. En aquella época no había bicis estáticas, por lo que era la única forma de calentar para los ciclistas.
 
Ese día, Pedro salió a rodar por ahí cerca, como todos, y en contra de lo que mucha gente dice, no se prolongó mucho en el calentamiento, ya que tal y como reflejan los medios de la época, llegó al control de firmas a 15 minutos de su hora de salida. A la hora de salir el corredor anterior, Kelly, estaba a un centenar de metros de la salida, acompañado por una cantidad ingente de periodistas. Eso pudo provocar que decidiera aislarse y alejarse un poco de la rampa de salida.

Y llegó la hora de su salida, y no estaba Perico Delgado. ¿Dónde está Perico? Esa era la pregunta que se hacía toda la gente, desde la prensa a la afición, pasando, como no, por sus directores Echávarri y Unzué, quienes estaban desesperados. Medio minuto y no aparece. Un minuto y sigue sin aparecer. 2 minutos, 2 minutos y 15, 2´20´´ y entonces es cuando aparece el corredor del equipo Reynolds por el horizonte. Mientras el llega a la línea de salida, el reloj sigue corriendo. Por fin, cuando toma la salida, el reloj marca ya un retraso en la misma de 2´40´´, ante los gritos desesperados de su director. Y aún no había recorrido la crono...
 
Finalmente termina su recorrido con un tiempo superior en 2´54´´ al tiempo de Erik Breukink, el ganador del prólogo. Evidentemente comenzaba el último el Tour en el que debía defender su victoria del año anterior. La lectura positiva, es que en tiempo real, su crono había sido casi excelente, puesto que solo se dejó 14 segundos en el asfalto. El problema, el tiempo que le costó su despiste a la hora de tomar la salida, pues no solo le perjudicó ese día, sino que en la CRE de la 5ª etapa, un Perico Delgado hundido psicológicamente fue un lastre terrible para su equipo, lo que le hizo perder unos 5 minutos a final de dicha etapa.

No había empezado casi el Tour, y Perico ya estaba último en la general, a unos 8 minutos del líder, Greg Lemond. Distancia muy inferior a la que terminó cediendo con el ganador final de la carrera, puesto que solo le terminó aventajando en 3 minutos y medio en la general, tras realizar Perico un Tour soberbio. Pero ese despiste del prólogo, le terminó costando un Tour en el que se mostró como el corredor más fuerte de la carrera. Por cierto, como anécdota, decir que en ese prólogo fue 7º un tal Miguel Indurain, a 10 segundos del ganador


Saludos a todos!!

martes, 11 de octubre de 2011

Lance Armstrong. Mi vuelta a la vida

"Quiero morir a los 100 años de edad, con una bandera americana a la espalda y la estrella de Texas en el casco, tras descender gritando por los Alpes sobre una bicicleta, a 120 kilómetros por hora. Quiero cruzar una última línea de meta y oír a mi esposa y a mis diez hijos aplaudiendo, y luego quiero tumbarme en un campo de esos famosos girasoles franceses y expirar con elegancia: es decir, la antítesis perfecta de la patética muerte que un día me anticiparon". 

Así comienza Mi vuelta a la vida, el libro escrito por Lance Armstrong tras haber superado un grave cáncer testicular que le supuso el perder un testículo, pero ganar una voluntad de hierro y sobre todo, el ser mejor persona, según reconoce él mismo.

Tras los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 el norteamericano Armstrong, de apenas 20 años de edad, firmaba su primer contrato como profesional, con el equipo Motorola. Sin duda era uno de los ciclistas más jóvenes del pelotón. Y también tenía gran calidad, puesto que de lo contrario, no habría llegado tan joven a la élite, más aún siendo americano y no haber crecido en la cultura europea del ciclismo, puesto que en su país en esos momentos no había cultura de este deporte, a pesar de Lemond. En su primera carrera, la Clásica de San Sebastián, terminó el último del pelotón, pero no se retiró. Pocos días después, en el GP de Zurich, cabreado consigo mismo, consiguió finalizar segundo.
 
En la temporada siguiente, su primera completa, la del 93, mientras corría por primera vez el Tour, consiguió allí su primera victoria de etapa en dicha carrera. Y tan solo unos meses después se convertía en uno de los campeones del mundo más joven de la historia, tras alzarse con el maillot arco-iris bajo la lluvia de Oslo. Él era así, todo precocidad.
 
1995 fue el año de su explosión definitiva, con 24 años. Consiguió victorias en la París-Niza, la Clásica de San Sebastián, para redimirse de su debut profesional, y de nuevo en el Tour, esta vez en memoria de su compañero Casartelli, fallecido 3 días antes por un accidente en la carretera.

Era un grandísimo corredor en pruebas de un día, quizás el mejor corredor de su país, y tras la aparición de Ullrich, la mayor promesa joven sobre la bicicleta, pero 1996 supuso un frenazo en su carrera. Había firmado un contrato con el conjunto francés Cofidis para las siguientes dos temporadas, pero el 2 de Octubre de 1996 se levanto con un testículo muy hinchado, casi del tamaño de una naranja pequeña. Venía ya de bastantes días de encontrarse mal, llegando incluso a toser sangre, pero como todo deportista de élite, lo achacó al entrenamiento y la actividad física.
 
Pero el tamaño de ese testículo le impidió ya ese mismo día retrasar más una visita al médico. Este le dió las malas noticias, tenía cáncer, aunque si este era detectado en las primeras fases, era fácilmente superable. Pero las malas noticias nunca vienen solas, y las pruebas determinaron que el cáncer se había extendido a los pulmones y tras otras pruebas posteriores, también en la cabeza tenía dos nódulos. Debía recibir quimioterapia, y por lo tanto, salvo una gran sorpresa, debía decir adiós a la práctica del deporte profesional con apenas 26 años recién cumplidos.
 
Se le había extirpado el testículo en ese mismo 2 de octubre, y se le había preparado ya para iniciar la quimioterapia. Su médico de confianza, Wolff, le permitió que buscase el lugar que le pareciese más oportuno para superar el tratamiento, y decidió Lance, junto a su madre, el visitar varios sitios. En el que primero le prometieron una pronta recuperación, pero abandonar por completo el deporte profesional era la consecuencia. Eso fue en Houston. Como Lance quería seguir teniendo la posibilidad de volver, también pidió información en Indiana, que fue el lugar que le convenció, porque le dijeron que el proceso no afectaría a su capacidad pulmonar y por lo tanto, podría volver a la élite.

El 26 de Octubre recibió su primera sesión de quimio, y los siguientes 3 meses fueron un suplicio para él, quien comenta que le gustaba seguir saliendo a rodar con la bici durante el tratamiento, hasta que llegó un momento en que una señora mayor le adelantó pedaleando tranquilamente una cuestecilla que a él le estaba costando horrores el subir. El cáncer le estaba destruyendo el cuerpo, y él mismo dudaba que pudiera volver a ser profesional. Pero lo importante es que se recuperó del cáncer, al menos momentáneamente, ya que debía esperar todo un año para comprobar que no se había reproducido en su cuerpo (que finalmente no lo hizo).
 
Durante todo el proceso de recuperación, que duraba un año aproximadamente, sumado al tiempo de duración de la enfermedad, Lance había cambiado, y no solo digo físicamente, sino que algo había cambiado en su cabeza. Nada más superar la enfermedad quiso crear una fundación para ayudar a la gente que había padecido lo que él. Había pasado de ser una persona tremendamente engreída a querer ayudar a la gente, ya que el tuvo la suerte de vencer a la enfermedad. Ese es el gran cambio que él achaca a la enfermedad. Y como muestra de que no todo el mundo tiene la misma suerte que tuvo él, a las pocas semanas de recuperarse él, enfermó su amiga Stacy Pounds, secretaría de su representante. Se le detectó cáncer pulmonar, y para su mala suerte, lo suyo era incurable. Prefirió disfrutar lo que le quedaba de vida y no someterse a la quimioterapia. Lance la regaló una cadena con una cruz, teniendo el otra, diciéndola que la llevase, que él la llevaría siempre en memoria de ella, aunque ninguno de los dos fuese creyente.

1997 fue un año meramente de recuperación, tanto de nivel físico como de las ganas por volver a competir. Había perdido mucha masa muscular, por lo que le beneficiaba para su actividad física, pero no tenía confianza para forzar su organismo, ya que temía enfermar de nuevo. Su equipo, el Cofidis le iba a rescindir el contrato y nadie quería contar con sus servicios para la temporada 98, ya que nadie les garantizaba que fuese una apuesta ganadora (más aún por el salario que pedía, bastante elevado teniendo en cuenta su condición). Pero en estas que apareció un joven equipo de su país, el US Postal Service, que contaba en sus filas con gente como Hincapie o Hamilton, y a partir de ese año, también con Lance. No pasaban más que de ser un equipo de segunda o tercera fila en el pelotón. En esa temporada se dedicó a readaptarse al pelotón, a amar este deporte y además, consiguió finalizar 4º la Vuelta a España que ganó Olano, y solo 6 segundos le separaron de la plaza del pódium del Chava. Su futuro director Bruynell, le envió un telegrama diciendo que el año que siguiente su foto iba a quedar muy bien en lo alto de París.


El resto de la historia de Lance, tras superar el cáncer, es conocido por todos, aunque su sueño no era ya ganar 7 Tours de Francia, su sueño, tras superar el cáncer, era ganar tan solo uno.



saludos a todos!!

miércoles, 5 de octubre de 2011

Tre Cimi di Lavaredo

Hablando de ciclismo, por supuesto no se puede olvidar nadie del ciclista más grande de la historia (solo Coppi podría discutírselo, pero la Guerra Mundial lo impidió). Eddie ha sido autor de numerosísimas aventuras, de grandiosas victorias. Por eso se ganó el sobrenombre de "el caníbal", con el que le apodaban en todo el pelotón. Pero antes de ser conocido de esa manera, contando con tan solo 23 años realizó una proeza al alcance solo de los elegidos. Una de las mejores ascensiones de todos los tiempos, para todo aquel que haya tenido la fortuna de verla, ya sea en directo o en diferido.

En el primer sábado del mes de junio (día 2) del año 1968 se va a celebrar la etapa reina de ese Giro d´Italia, la que llegaba a la mítica cima de Tre Cimi di Lavaredo, tras recorrer nada menos que 213 kilómetros antes de cruzar la línea de meta. El día había amanecido nublado, y durante los kilómetros de la última ascensión el mercurio oscilaba entre los 2 y los 4 grados bajo cero. Iba a hacer mucho frio durante la etapa, e incluso en esa ascensión final nevaría.

La etapa transcurre con normalidad para el pelotón hasta las primeras rampas de ese último puerto. Hasta entonces han consentido una fuga de varios hombres, que finalmente ha quedado reducida a 9 unidades, con el español Galero entre ellos, y que en esas primeras rampas de Lavaredo cuenta con casi 10 minutos de ventaja. Es en esas primeras rampas cuando el Faema de Merckx se pone serio, realizando un primer ataque del italiano Adorni, muy poco querido por la prensa local por ser el gregario del belga. A ese ataque responde rápidamente el jefe, el chaval de 23 años Merckx. Ambos se marchan en solitario desde ese momento, sin responder al ataque por parte de Gimondi y de Julio Jiménez, a priori los máximos rivales del belga.
 
Fue la última vez que alguien en esa etapa marchó junto a Merckx. El belga se puso a trabajar a destajo, bajo la fría nieve que ya les estaba cayendo encima a los ciclistas, y aumentó considerablemente el ritmo en su ascensión. Poco a poco fue cogiendo a los escapados, quienes, uno a uno iban viendo como el campeón del mundo del último año les iba adelantando a todos. Era una mancha blanca para todos ellos, que veían como en tan solo unos segundos les cogía y les dejaba retratados en su pedalear, quedando a años luz de él. Su único rival en la ascensión era un Coppi del que la televisión italiana cruzaba imágenes, para comparar la ascensión de ambos a la mítica cima.
 
Favaro o Benfatto fueron rápidamente superados, pero todavía quedaban varios hombres por delante, y la ventaja que tenía que enjuagar a los fugados era muy amplia, de casi 10 minutos al comentar la ascensión, aunque ya algo más exigua. El español Galera, y sobre todo el italiano del Pepsi Cola, Polidori, se lo pusieron muy difícil al campeón del mundo. Tan difícil se lo pusieron que el italiano fue 2º finalmente en la meta, a menos de un minuto, y el español 4º en meta, a un minuto exacto, colándose entre ambos el compañero del Faema de Merckx, Adorni.
 
Era una etapa gloriosa, de ciclismo puro, con mucho frio, pero ciclismo puro, con los ciclistas entrando de uno en uno, con la exhibición de un hombre, pero el hundimiento de otros, también favoritos antes de empezar la carrera. Gimondi, por ejemplo, perdió unos 7 minutos en la meta, entrando en el puesto 28, y Julio Jiménez mucho más aún, con casi 9 minutos perdidos en meta y siendo el 45 de la misma.
 
Merckx, que ese día había dejado sentenciado ese Giro, con más de 3 minutos de ventaja con el 2º en la general, su compañero Adorni, además, tuvo tiempo de bromear con la prensa en la línea de meta. Prensa que también habían sufrido las inclemencias del tiempo a esos más de 2500 metros de altitud a los que estaba situada la cima Coppi de ese año (paso de montaña más elevado de cada edición del Giro).

La ascensión a ese último puerto de Merckx, para los especialistas, ha sido uno de los mejores de la historia, enjuagando todos y cada uno de los segundos con los que habían comenzado los fugados esa ascensión, casi 10 minutos de ventaja. Como muestra de esa impresionante ascensión, hay que mencionar que entre los 10 primeros que cruzaron la línea de meta, solo un corredor más, aparte del propio ganador, no se encontraban en la fuga buena del día, y era su propio compañero de equipo. Exhibición, además, realizada en unas condiciones climatológicas muy adversas para los corredores, que tiraron de épica y escribieron una página gloriosa en la historia del ciclismo.


Saludos a todos!!

martes, 27 de septiembre de 2011

El hombre del chupete

Corría el mes de julio del año 2003 cuando el ciclismo le daba una segunda oportunidad a Carlos Sastre, el cuñado de José María Jiménez. Meses después, con el fallecimiento de este, el ciclismo le daría de nuevo otra oportunidad, puesto que se le pasó por la cabeza la retirada al corredor nacido y criado en Leganés. Pero esa es otra historia completamente diferente y ajena al mundo de las dos ruedas, al menos, de forma directa.
 
Carlos Sastre recibió un primer varapalo el año anterior en los Alpes, cuando aún a pesar de atacar, fue incapaz de obtener la victoria, ni en La Plagne ni en Morzine. Tan solo un año después, en la etapa que finalizaba en Ax-3 Domaines, se disfrazó de gladiador de la bicicleta y jugó a ser ciclista, tal y como dice un ganador del Tour que ahora narra en TVE.

Como en ciclismo, en algunos equipos, aún funcionan las jerarquías, pidió permiso a su compañero del CSC, Tyler Hamilton, el cual marchaba, y tras esta jornada siguió marchando por delante en la clasificación general. Tras obtener el beneplácito de su jefe de filas, no lo dudo y antes del último puerto, que era el de Ax-3 Domaines, atacó. Un ataque a la antigua, en el Pailheres, a muchos kilómetros de meta, mientras los buenos de la general dudaban, ya que no sabía si Armstrong se había recuperado o no de la deshidratación de la CRI del día anterior. Se iría con la compañía de Mercado y Rubiera, superviviente este de una fuga anterior. Dudaba si Juanmi se aprovecharía de su esfuerzo tirando en la búsqueda de la etapa, pero no lo dudó y lo dio todo sobre la bicicleta.
 
Inevitablemente el primero en descolgarse del trío cabecero fue Chechu, quien aún reservaba fuerzas para trabajar para Armstrong. Sastre seguía tensando la cuerda para descolgar a Mercado, y finalmente lo terminaría consiguiendo, para marchar, desde ese momento, en solitario hasta que cruzase la línea de meta. Lo hizo con 1´01´´ de ventaja con Ullrich y Zubeldia y 7 segundos más con el líder Armstrong. Eso le servía para colocarse 9º en la general del Tour, aunque a un mundo de los favoritos.

Cumplía, en ese 2003 su segunda temporada en el CSC de Bjarne Riis, al que se marchó procedente de la ONCE de Beloki e Igor González de Galdeano, cansado de tener que trabajar para ellos y previamente para Olano. Buscaba en el equipo danés la libertad para ser jefe de filas, para poder atacar cuando quisiera y sobre todo, no tener que trabajar para otros, sino que esos otros trabajasen para él. Y esa gran oportunidad por la que se marchó del equipo de Manolo Saiz le estaba llegando un 19 de julio, en ese Tour de 2003. Sastre solo tenía, hasta el momento, una victoria como profesional, en la Vuelta a Burgos de 2001. En ese momento, acababa de nacer su hija Claudia. No supo como dedicarle la victoria.
 
A raiz de ese día, ya que le pareció feo no poder dedicárselo a su hija, un amigo le regaló un chupete, y dicho chupete lo metió en un bolsillo de su maillot, esperando a poder dedicárselo a su hija. Pues esa oportunidad, como ya decía, el 19 de julio le volvió a llegar, y esta vez si que estaba preparado, llevaba encima ese chupete. Antes de cruzar la línea de meta echó mano a su bolsillo, lo sacó y se lo puso en la boca. No era solo una dedicatoria a su hija, no solo Claudia recibía el homenaje, sino que también lo dirigía hacia su mujer, Piedad (la hermana del Chava).

Ese fue el gran momento de Sastre durante mucho tiempo. Concretamente hasta el año 2008, cuando en un día glorioso atacó a pie de puerto del Alpe D´Huez en busca de un amarillo que lucía un compañero suyo de equipo. Pero él era el jefe del equipo, por poco tiempo más, pero lo seguía siendo. Creo que la mejor etapa de su vida, que le permitió acumular en su palmarés ser el ganador nada más y nada menos que de un Tour de Francia.
 
Ahora, hace tan solo unos días, tras finalizar la Vuelta a España de este año, decidió hacer publica su decisión de retirarse del ciclismo profesional, a los 36 años de edad, con nada menos que 25 grandes vueltas finalizadas, y una más en la que abandonó. Acumula 5 pódiums en las mismas, a los que hay que sumar su Tour.
 
Sin duda se le echará de menos en la carretera, porque más polémico o menos, el siempre fue sincero. Don Limpio le llamaban los medios extranjeros (especialmente en los países nórdicos). Se va el hombre del chupete.


Saludos a todos!!!

martes, 13 de septiembre de 2011

Freire se abre paso

El próximo domingo, 25 de Septiembre de 2011, hay una persona en el pelotón, un ciclista, que puede entrar con letras de oro en la leyenda de este mundo. Ese día podría quedarse en solitario en el Olimpo del ciclismo, hablando de los Campeonatos Mundiales. Y es que actualmente comparte ese honor con nada más y nada menos que Eddie Merckx, como no, Alfredo Brinda y con Rik Van Steenbergen, todos ellos con 3 entorchados.
 
Algunos, recientemente, se han quedado también cerca de esos 3 campeonatos mundiales, como son los italianos Bettini y Bugno, sin duda alguna, dos auténticos superclase, que se estancaron en el segundo, conseguido además de forma consecutiva en ambos casos. Ese ciclistas es, ni más ni menos, que el español Oscar Freire Gómez, natural de Torrelavega (Cantabria).

Actualmente decir ese nombre es sinónimo de éxito, de sprint y de victorias. No muchas victorias quizás, si lo comparamos con la clase que posee, pero si de un gran renombre estas victorias, ya que ha ganado en un sinfín de lugares, como el Tour de Francia, en la Vuelta a España, en Suiza, País Vasco, el verde del Tour 2008, la prueba que jamás ganó el grandísimo Merckx (París - Tours), y destacan por encima de todo sus tripletes en Milán - San Remo y en los campeonatos del Mundo.
 
Hoy este palmarés es uno de los que reúne mayor calidad y tiene un gran reconocimiento. Pero nada era así en el año 1999, el año en el que Freire se proclamó por primera vez Campeón del Mundo. Corría 1999 y Oscar cumplía su segunda temporada como profesional en el equipo español Vitalicio Seguros. Su palmarés era exiguo, puesto que en su haber solo se encontraba una etapa de la Vuelta a Castilla y León y un tercer lugar en el campeonato de España de 1998. El 99, prácticamente un año en blanco por las lesiones. Muy poco o nada se sabía de aquel chaval de 23 años que prácticamente no competía durante el año por sus lesiones o molestias, y que ni sus propios directores confiaban en él, ya que con un contrato que firmó al pasar a profesionales de 2 años a punto de concluir, la oferta que le realizaron de renovación era muy inferior a la ficha que cobraba en ese momento.

Fue en esas, con una oferta de renovación muy a la baja y un futuro muy incierto, cuando se presentó para el cántabro la oportunidad de su vida. El seleccionador español, Antequera, recién llegado al cargo, optó por darle los galones a él, un chaval de solo 23 años y que prácticamente no había competido en todo el año. Por parte española faltaban los grandes gallos para la prueba, como era el caso de Olano, que no acudía a la prueba por su fractura de 2 costillas durante la Vuelta a España, por lo que en la selección no había un líder absoluto. Y fue en aquel momento cuando el seleccionador español confió a ciegas en el chico que luego le daría tantas alegrías. Oscar Freire iba a ser el absoluto jefe de filas en el Campeonato del Mundo de Verona.
 
La prueba iba a constar de 16 vueltas a un circuito de poco más de 16 kilómetros. Realmente no sucedió nada reseñable durante las primeras 14 vueltas, salvo un pequeño detalle en la sexta vuelta al que nadie dio importancia en ese momento; el gran favorito para lograr el mundial a ojos de todo el mundo, Vandenbroucke sufría una caída en la que se rompía el escafoides. Volvió a la bici y reanudó la marcha sin problemas y sin que nadie se diese cuenta. Pero esa caída, probablemente arruinó sus posibilidades de victoria aquel año.
 
A partir de ese momento se sucedieron varios ataques de pesos pesados, como Tafi o Zülle. Pero fue en la penúltima vuelta cuando se selección de verdad la carrera. Un brutal ataque de Ullrich seleccionó al grupo, dejando en el cabecero al propio ciclista alemán, a Vandenbroucke, a Casagrande, Camenzind, Robin, Konyshev, Freire, Zberg y Mcrae.
 
Esos 9 corredores, con algún que otro ataque entre ellos, son los que llegan a los dos últimos kilómetros juntos. Entonces se produce un demarraje de Camenzind, que es respondido por Freire. Finalmente el buen hacer de Robin impidió que tomasen ventaja y antes de la pancarta del kilómetro final son neutralizados. Se produce el parón típico, en el que Freire viaja siempre a rueda de Zberg (a priori el más rápido del grupo), hasta que tras la última curva, a unos 500 metros a meta, decide que es el momento de atacar y mientras que todo el grupo se va al lado izquierdo de la calzada, el lanza un ataque potente y no contestado por sus rivales, que no le conocían.
 
Fueron aproximadamente 30 segundos los que tardó Oscar en recorrer esa eterna recta, desde su ataque hasta que cruzó victorioso y brazos en alto la línea de meta. Seguramente los segundos más largos en la vida de Oscar, quien se había jugado a una sola carta todo su futuro sobre la bicicleta. Y le salió ganadora la carta.
 
Todo lo que siguió a continuación de esta carrera es más que conocido, pero esta fue la puerta abierta a la leyenda que el día 25 puede terminar de escribir con letras doradas. Es muy probable que no lo consiga, pero solo por lo conseguido hasta este momento, ya merece la eterna admiración, no solo del ciclismo, sino de todo el mundo del deporte.




Saludos a todos!!